Reflexión personal:
MUCHAS VECES EL PODER
ANULA A LOS LÍDERES DE VERDAD
Para
mí, el líder verdadero es el líder que nace no el que se hace. Este es el líder
que de forma innata tiene unas características que por sí mismas hacen que los
demás quieran seguirlo, atrae por sí mismo. Las personas,
de forma voluntaria, obedecen sus órdenes, porque son personas que
tienen una psicología muy elevada y saben exactamente llevar las situaciones a
su terreno siendo comprendido por los demás.
Sin
embargo hay personas que pretenden ser líder sin tener carisma de líder, a mi
parecer, abundan más este tipo de líderes con conductas aprendidas, que no
llegan a las personas, que aburren con sus discursos de libros, que coartan su
verdadera conducta para dar a conocer a los demás una identidad falsa de su
personalidad. Pero a veces, su verdadera conducta les delata porque no puede
permanecer siempre oculta. Deben controlar la situación y autocontrolarse ellos mismos. Esta tarea es
tan difícil que les resulta muchas veces imposible de sobrellevar y es aquí
donde aparecen los fallos más graves.
Debe
ser muy difícil ser líder o intentar serlo sin nacer líder, porque la persona
que nace líder puede mejorar y hacerse un mejor líder mediante la formación y
experiencia pero el carisma es personal, no se aprende, se puede imitar pero
esta imitación no es espontánea, no puede ser continua y permanente.
En
la Administración pública hay muchísimos jefes o directivos jerárquicos con
disfraz de líder a los cuales se obedecen por su posición pero no porque sus
decisiones sean acertadas ni convincentes. Incluso me atrevo a decir que en el
grupo de sus subordinados normalmente suele haber personas mucho más cualificadas por sus
características personales y formación para ser líder, las cuales no pueden
sobrepasarse en sus comentarios para no dejar en evidencia al ficticio líder,
ya que esto puede ser contraproducente para ellos mismos porque es el supuesto
líder el que maneja el poder.
Estas
creaciones de líderes pueden cometer muchísimos errores en la Administración
Pública pero siempre tienen respaldo y aunque no hacen bien su trabajo son
pocas veces las que son reemplazados.
Las
organizaciones políticas deben tener verdaderos líderes, no creaciones de
líderes asesorados, ni imitación del líder anterior y por supuesto, los
líderes no deberían aferrarse tanto al sillón, deben saber dejar paso cuando
hay un líder de verdad y sobre todo, lo que nunca deberían hacer mediante su
poder es pisar al que viene con nuevas ideas, con ganas y con carisma de
verdad. Los partidos deben tener un sistema de renovación más sano al que
existe en la actualidad.
Con
sistema sano me quiero referir a no utilizar el poder como medio de defensa
estratégica para seguir manteniendo su posición de líder o imponer de forma que
parezca democrática a personas manejables en la posición de líder, que permitan
que el antiguo líder siga manejando desde fuera de la organización. Esta
situación es extrapolable a otras organizaciones no políticas en las que los
supuestos directivos líderes son simples marionetas de directivos antiguos.
Se
necesitan más líderes de verdad, que atiendan a sus propias ideas, con
iniciativa, con claridad, con proyección, con propio carisma, que se dejen
aconsejar pero no manejar. EL PODER SIGUE ANULANDO A LOS LÍDERES DE VERDAD.
M.Carmen
Escalona
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