miércoles, 12 de diciembre de 2012

La politizacón de la administración pública

Noticia aportada por Encarnación Candela Fuster


Miércoles 12 de diciembre de 2012 | 02:18

La politización de la administración pública

Por Orlando J. Ferreres | Para LA NACION

Hasta hace unos años atrás había una línea divisoria entre los puestos políticos y los puestos de gestión de la Administración Pública. Ahora se ha politizado todo y esa costumbre se ha abandonado para mal. Todos los puestos son políticos y prácticamente nadie puede opinar distinto o frenar una decisión política aunque sea incorrecta. El que lo hace puede sufrir las consecuencias. Tampoco se ha podido frenar el uso político de las agencias administrativas y se las complicó en conflictos que son ajenos a la gestión, como pasa por ejemplo, con la AFIP y el caso del agente inmobiliarioque dijo que había menos actividad en el sector y fue inspeccionado por ese motivo. La politización de los puestos importantes en la Cancillería se ha hecho casi total, tirando por la borda la ejemplar organización que venía desde la época del Ministro de Relaciones Exteriores Carlos Muñiz. El mantenimiento sostenido de una profesionalización de la Cancillería le ha dado muy buenos resultados a Brasil, para citar sólo un ejemplo.
El puesto de Director Nacional era la culminación de la carrera administrativa dentro del Estado y los puestos de Subsecretario o Secretario de Estado o Ministro y sus asesores eran los puestos políticos. Todos los puestos administrativos eran obtenidos por concurso y cada tanto había concursos internos o abiertos para llenar esas vacantes con los más idóneos. Para los mejores empleados públicos había becas en universidades de primera línea del exterior para que pudieran adquirir una formación profesional del mejor nivel mundial. Esto no es más así. Actualmente, los puestos de la administración los obtienen aquellos que son afiliados al partido gobernante o aquellos que tienen alguna relación con la agrupación política preferida del momento.

El puesto de Director Nacional era la culminación de la carrera administrativa dentro del Estado y los puestos de Subsecretario o Secretario de Estado o Ministro y sus asesores eran los puestos políticos. Todos los puestos administrativos eran obtenidos por concurso

No es que las personas politizadas sepan menos o sean menos capaces que los que hacen una carrera administrativa en el Estado, sino que las organizaciones políticas de moda colonizan los puestos y actúan por encima de toda la gestión administrativa. En otras palabras se da importancia fundamental a la fidelidad al que manda, y se pone esta calificación por encima de todo, dejando de lado la profesionalidad intachable, la eficiencia o la actuación justa del funcionario de la administración. En las provincias, los que llegan al poder político, como en el caso de los gobernadores de muchas de ellas, colonizan a toda la administración para obtener votos y perpetuarse lo más posible en el gobierno.
Se requiere una organización del Estado más eficiente. No es un lugar para "cazar puestos". Es un lugar para servir a los demás. Hay un error de concepto que hay que corregir. Si la principal empresa del país que es el Estado no funciona y además está politizada, no va a ser exitosa ninguna empresa dentro del país, y el país mismo no va a progresar como podría hacerlo. De este modo siempre vamos a tener desocupados y pobreza, aún después de haber crecido durante 10 años a tasas chinas.
Nos urge un cambio fundamental en la administración pública para mejorar la estrategia de largo plazo del país y la gestión correcta de las decisiones para concretar esos objetivos en el menor tiempo posible. Hay que volver a trazar una línea divisoria entre la administración y los puestos políticos. El populismo no quiere que la organización profesional del Estado le ponga trabas a las decisiones que ellos toman y por eso debe destruir una tras otra las buenas instituciones que habíamos logrado construir, como fue el caso de la gestión profesional de la administración pública. El caso del Indec es sólo un ejemplo.

Se requiere una organización del Estado más eficiente. No es un lugar para "cazar puestos"

Hay que seguir insistiendo en lo que es correcto hasta lograr mejorar la calidad de las decisiones en nuestro país. Se debe recuperar esa institución fundamental que habíamos logrado y que hemos perdido: separar las decisiones políticas de la gestión profesional del Estado..

Fuente original:http://www.lanacion.com.ar/1535594-la-politizacion-de-la-administracion-publica

3 comentarios:

  1. El artículo habla sobre la situación en Argentina. No obstante el contenido del artículo se puede extrapolar a la situación en España, el artículo trata sobre la división entre política y administración en el establece que se está perdiendo lo que era la carrera administrativa en beneficio de las organizaciónes políticas que son al final las que mandan e imponen sus criterios. Se busca preservar un cierto dominio de la vida publica por parte de los partidos políticos por encima de criterios como la "profesionalidad o la eficiencia". Esto hace que prevalezca la fidelidad al partido político por encima del interés general. Y esto tiene como consecuencia un mal funcionamiento de la administración. Así tenemos a buenos profesionales en la administración que quedan lejos de buenos puestos porque estos son ocupados en función de la afinidad política.

    Por tanto se debería volver a potenciar la carrera administrativa y eliminar en la medida de lo posible los puestos de confianza dentro de la administración.

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  2. Como bien dice mi compañera, estoy totalmente de acuerdo con ella y me parece muy interesante la noticia y su comentario. Ésta hace una especial reflexión acerca de cómo los poderes políticos se han inmiscuido en las Administración Públicas hasta extremos alarmantes, así como la amenaza continua en la que se ven abocados algunos altos cargos si deciden denunciar los abusos de los que son testigos.
    Lo preocupante no es sólo la capacitación o no de algunos políticos para desempeñar dichos puestos, sino la falta de interés en lo que su trabajo les exige, el interés público, así como una total dedicación a dirigir sus funciones hacia la obtención de la satisfacción del interés partidista y no el de los ciudadanos en general. Por otro lado sirve como medio o fin, no lo tengo muy claro, para conseguir votos para el partido y mantenerlo a éste y a uno mismo en su puesto, garantizándose un pan bobo o no tan bobo (pues las cuantías que se fijan para el desempeño de tales funciones no son para nada desdeñables), y por otro lado afianzado al partido de turno en una hegemonía que raya muchas veces en lo dictatorial dentro de la Administración correspondiente.
    No es que nadie sea íntegro, responsable, profesional, inteligente… y con la honestidad suficiente como para oponerse y señalar los abusos que se quieren cometer o se han cometido ya, lo malo del asunto y realmente preocupante es la falta de independencia de estos puestos a la hora de denunciar los mangoneos y despilfarros, la falta no sólo de transparencia sino de honestidad en el ejercicio de un cargo público, llegándoseles a castigar con el rechazo de la cúpula directiva que los nombró, y que además de mirar para otro lado verán con muy malos ojos que uno de los “suyos” se crea capaz de denunciar lo denunciable, lo abusivo, lo inmoral… No, no es sólo ese rechazo sino que además y si la cosa se pone fea serán capaces de culparle de forma directa de sus desmanes, atropellos y falta de responsabilidad ante los errores cometidos por sus colegas. (+)

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  3. (+) Sinceramente creo, al igual que Orlando J. Ferreres, que todos ganaríamos si se mantuviera una administración profesional, no politizada. Esto no implica que sea ajena al gobierno de turno o que actúe según sus propias normas, la Administración de un Estado, Gobierno, Autonomía o Entidad Local actuará conforme a derecho, basando su actuación en la legalidad y por lo tanto aplicará la normativa correspondiente en cada momento según los criterios de competencia y jerarquía. Para ello tendrán que desempeñarse estas funciones por profesionales en la materia, y para una mejor gestión y transparencia deberán ser los mejores profesionales los que la hagan efectiva y cercana a los ciudadanos. Esta selección deberá ajustarse a los principios constitucionales de mérito y capacidad así como a los de eficacia, eficiencia y economía.
    ¿Por qué debemos pagar por un puesto que desempeñaría un funcionario de carrera o empleado público más dinero y recursos para que lo ejerza otro “profesional” elegido a dedo por el partido o gobierno del momento? ¿No es esto un despilfarro, no sólo hoy en día por la crisis, sino siempre por el abuso y menosprecio a los fondos públicos que son de todos? ¿No implica esto una falta de respeto a los demás ciudadanos que no pueden acceder en igualdad de condiciones? ¿No significa este comportamiento una contradicción frente a nuestra carta magna? ¿No es absurdo que un cargo electo necesite más asesores personales que Ministros o Consejeros un gobierno? ¿No estamos ante una situación administrativa y gubernamental desproporcionada donde hemos cargado, primero, a la administración de un exceso de personal funcionarial y laboral y ahora necesitan eliminarlos a casi todos para dejar sólo a los políticamente manejables sin comprender el fundamento de la existencia de este personal cualificado para estas funciones en concreto?
    Decía un refrán popular “Zapatero a tus zapatos” y con ello no hago alusión a ningún ex presidente, pero ¿no tenían razón al reflexionar que cada uno debe dedicarse a aquello para lo que se ha preparado y tiene los conocimientos suficientes?

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