Noticia propuesta por Juan D. Ganaza Vargas
No es una errata, es tratar de mejorar
la definición de cierta parte de la clase política actual. Porque casta es, si
me apuran, demasiado digno para quienes se han estado quedando de una forma tan
burda y cutre el dinero de los demás, al que accedían además por nombramientos
públicos.
Eso no es casta, eso no es una élite
dirigente manejando en su beneficio la realidad política, esto
es un saqueo rancio sin escrúpulos perpetrado por quienes sólo tenían el
objetivo personal de enriquecerse.
Son caspa, es una España casposa que
negocia nombramientos políticos sin proyecto alguno más allá del reparto por el
reparto y que es incapaz de controlar que surjan tarjetas de crédito sin
control con las que se llegan a gastar más de 15 millones de euros entre menos
de 90 personas.
Si uno hoy comete la osadía de ir
hacia atrás en el tiempo, de buscar en Google algunas relaciones de nombres entenderá
demasiado. Prueben a hacer combinaciones como yo he hecho sin obviar nombres,
partidos o sindicatos o sírvanse de poner aleatoriamente los
nombres de los 86 que aparecen con tarjetas B .
Les aseguro una comprensión del panorama político español como ningún otro
analista pudiera hacer.
Y es caspa y no casta porque usar una
tarjeta de crédito para sacar dinero en efectivo, para compras en supermercados
y gastos en peluquerías ni siquiera llega a ser un entramado de corrupción, no
es un 3%, es un robo sin más, es quedarse dinero por quedarse el dinero,
especialmente cuando los sueldos de quienes ya ostentaban esas tarjetas eran de
por sí elevados.
Casposos que han tenido el descaro de asegurar
al resto de ciudadanos que habían vivido por encima de sus posibilidades,
casposos que han votado a favor de las emisiones de preferentes mientras hacían
uso de estas tarjetas y casposos que por pura avaricia llevaron a la quiebra
una caja cuyo rescate nos ha costado a todos los españoles más de 22.000
millones de euros. ¿El importe de las tarjetas era el precio para que se mirara
hacia otro lado cuando se efectuaban operaciones ruinosas para la entidad?
Ahora intenta defender ante cualquier
ciudadano que el problema del hundimiento de las cajas no era por tener a
políticos en su dirección sino por los políticos que tenían, intenta defender
la eficiencia de la gestión pública, de la necesidad de un Banco Público, de la
real y conveniente presencia de control público en los mercados. Te van a
escupir y con razón.
Esas
tarjetas han hundido la dignidad política, han dejado a los pies de los
caballos a quienes todavía hoy creemos en ese espacio político como garantía de
defensa de los intereses de los ciudadanos. Una esencia democrática que ahora,
según la escribo, suena a broma por culpa de estos impresentables que dejan a
Torrente, en comparación, como un referente bastante digno.
Humillación especial por esos
consejeros del PP,PSOE, de IU, de CCOO y de UGT. Representantes al servicio de
la ruindad más absoluta en puestos a los que accedieron -en no pocos casos-
tras guerras internas en sus propios partidos. Guerras de nombres, de colocar a
uno frente a otro. Peleas que no se entendían entonces demasiado bien pero que
hoy, con la evidencia numérica, abochornan al más templado de los socialistas.
Los que ahora dimiten aciertan -no
tenían otra opción- pero les falta devolverlo todo, algo que les será
imposible. La parte económica sí, seguro que pueden hacer frente a las
cantidades que estos días se asocian a sus nombres, pero jamás podrán devolver
la credibilidad que han robado al resto de políticos honrados que hoy por su
culpa, tendrán que agachar la cabeza cuando salgan a la calle.
Ni pagarán el daño hecho a las
instituciones, al sistema, a la gestión pública. Con su dimisión no baja el
nivel de un vaso desbordado por la gota que han supuesto, que se suma a los
enormes sueldos que muchos poseían y que se suma a los créditos a tipo cero que
se autoconcedían demasiados.
Esta caspa es la verdadera
antisistema, es el verdadero coste que no nos podemos permitir, la que hace
inviable una Renta Básica, la que impide que se paralicen los desahucios, la
que calla -con la boca llena- ante las emisiones de preferentes. Las casta
tiene un objetivo político, la caspa sólo personal, de enriquecimiento a costa
de los demás y a costa de la política en sí misma.
El
verdadero problema de España es esta caspa, les aseguro que ojalá sólo fuera
casta a lo que nos enfrentamos.
Noticia originalmente publicada en http://dirpersonasyadmonpublica.blogspot.com.es/
Muy bien
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