lunes, 9 de noviembre de 2015

No están dejando fluir el talento femenino, a pesar de su gran cualificación


Noticia publicada por Begoña Velázquez Tejera

Bajo el capó de los consejos de administración



Nuestra época es las de los trucajes sofisticados. Cualquiera que fuera la divergencia de opiniones sobre problemas económicos y sociales, todo el mundo coincidía en admitir que VW era una empresa ejemplar con un rigor no solo técnico sino ético, ejemplo para tantos chanchulleros latinos. Hasta que ha sucedido lo que nadie podía prever: Volkswagen instalaba en los coches un software para trucar las emisiones lo que le permitía sortear las durísimas normas anticontaminación y justificaba precios más elevados.

Pues yo creo que en otros campos, en los que se juega con cifras, declaraciones y compromisos pasa algo parecido. Pensemos en lo que sucede en España -no solo, pero este es nuestro escenario- con la representación de las mujeres en los puestos de alta dirección y en los consejos de administración. El estado nos dice que su política es irreprochable, perfectamente acorde con lo que preconiza la Comisión Europea, incluso adelantándose a otros países (tenemos la ley de Igualdad del 2007 y estamos ya con el tercer Código de Buen Gobierno). ¿Dicen la verdad los gobernantes cuando los datos son fácilmente verificables? Pero, como pasa con los coches de la historia, todo va bien hasta que se levanta el capó y se mira con atención las cosas, que se revelan mucho más complejas. El coche funciona, sí, pero muy lentamente, mucho más lentamente de lo que se pretende. Los consejos se feminizan a paso de tortuga en las empresas del Ibex y todavía es peor en las empresas del mercado continuo, donde 70% de las empresas no tienen a una sola consejera. En el 18% de consejeras del Ibex, 14,7% son dominicales, cuando todas deberían ser independientes. Las propias empresas públicas, que deberían ser un ejemplo, no lo son, empezando por los sistemas utilizados para ampliar o modificar los consejos. Los procesos no son ni meritocráticos ni transparentes. Las empresas familiares, tan importantes en nuestro país, no tienen espejo en el que mirarse y van a su aire, aunque muchas hayan aprendido a que hay que introducir savia nueva (y ajena) para permanecer y crecer.

Existe una gran cantera de mujeres preparadas, pero también estamos ante una carencia de mujeres ejecutivas líderes. Esto es una prueba de que las empresas no están dejando fluir el talento femenino, que no llega a las alturas para poder así aspirar a las mismas oportunidades que sus colegas masculinos.

A este ritmo, ¿cómo alcanzaremos el 40% de mujeres en los Consejos que nos pide la Comisión Europea, o el 30% que nos sugiere el Código de Buen Gobierno para el 2020? Meses llevamos pasando de unos procesos electorales a otros, y el tema de la mujer simplemente ha salido de la agenda política. ¿Correremos (improvisando, con el peligro que eso tiene) en el 2018 y 2019 para alcanzar esa cifra? El Reino Unido no ha querido una ley de cuotas, pero ha establecido unos objetivos cuantificables y transparentes y periódicamente se publica el avance de la diversidad en los consejos, que no se limita a la mujer sino también a la incorporación de personas cualificadas de otros países, capacidades, cultura? La apertura a tener consejeros de otras nacionalidades va in crescendo en toda la Unión Europea ya que muchas empresas hacen gran parte de su cifra de negocios fuera del país matriz. Es un consuelo que, después de tantos años de lucha por la igualdad, se haya conseguido que el capital femenino sea un criterio para valorar el buen gobierno de la empresa. Pero parece poco, muy poco. He empezado este artículo deplorando el mal ejemplo alemán en un tema concreto. Lo acabaré, sin embargo, alabando la decisión de Alemania de optar por la una ley de cuotas para poner fin a un desequilibrio de género en las cúpulas, un desequilibrio muy importante y difícilmente subsanable sin una norma exigente, si se quiere alcanzar el 40% de consejeras que pide la Comisión Europea para el año 2020.
Deberíamos avanzar al ritmo alemán, en cuanto a la ética de género en todos los campos de actividad, y con la dinámica americana en cuanto a la vigilancia del consumidor/ciudadano sobre el cumplimiento de leyes y estrategias que, antes o después, nos afectan a todos.






27/10/2015

http://www.eleconomista.es/opinion-blogs/noticias/7100978/10/15/Bajo-el-capo-de-los-consejos-de-administracion.html

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