domingo, 28 de octubre de 2012

"NUESTRO PAN DE CADA DÍA".

 Reflexión personal de  Paula Martín Vargas-Machuca.


Nos hemos acostumbrado a ver diariamente en los medios de comunicación casos y casos sobre irregularidades en los cuerpos estatales, (tanto estatales, como autonómicas y municipales). La sucesión de casos de corrupción y violencia pone a la organización de nuestro estado bajo la atenta desconfianza de la sociedad. Por comentar como por ejemplo, la recaudación ilegal de fondos. Eso no constituye un hecho aislado, sino todo un sistema, el modo de operación esta tan institucionalizado que cualquier suboficial sabe bien cuáles son sus “deberes” cuando hay que hacer “la vista gorda”.
   Como leí el otro día, hay más de 7000 casos de denuncias a empleados de distintos organismos públicos que cobraban un “beneficio” a la vez que percibían su sueldo. Lo que nos lleva a plantearnos si tantos casos pueden cometerse sin el permiso, participación o complicidad de autoridades políticas  ¿Es el poder ético? Con datos como estos nos lleva a la conclusión de que no, además de una severa desconfianza en la representación de pueblo. De la ética, se están perdiendo los valores morales, con un ejemplo lo voy a comentar; los existentes subsidios para ayudar a tantas familias de padres parados y pendientes a desahuciar que no tienen ni para comer, es más que seguro que esos empleados públicos corruptos no tengan problemas de desahucio y sin embargo no les importa llevarse unos duros de mas metiendo la mano en el saco público, ocasionando el atraso o incluso la retirada de estos subsidios. Lo peor de todo, es que aun sabiendo que está totalmente excluido de derecho, no podemos defendernos, ya que las personas que tienen que hacer velar por nuestros derechos son los primeros en violarlos.

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