"NUESTRO PAN DE CADA DÍA".
Reflexión personal de Paula Martín Vargas-Machuca.
Nos hemos acostumbrado a ver diariamente en los medios de
comunicación casos y casos sobre irregularidades en los cuerpos estatales,
(tanto estatales, como autonómicas y municipales). La sucesión de casos de corrupción
y violencia pone a la organización de nuestro estado bajo la atenta
desconfianza de la sociedad. Por comentar como por ejemplo, la recaudación
ilegal de fondos. Eso no constituye un hecho aislado, sino todo un sistema, el
modo de operación esta tan institucionalizado que cualquier suboficial sabe
bien cuáles son sus “deberes” cuando hay que hacer “la vista gorda”.
Como leí el otro día,
hay más de 7000 casos de denuncias a empleados de distintos organismos públicos
que cobraban un “beneficio” a la vez que percibían su sueldo. Lo que nos lleva
a plantearnos si tantos casos pueden cometerse sin el permiso, participación o
complicidad de autoridades políticas ¿Es el poder ético? Con datos como estos
nos lleva a la conclusión de que no, además de una severa desconfianza en la representación
de pueblo. De la ética, se están perdiendo los valores morales, con un ejemplo
lo voy a comentar; los existentes subsidios para ayudar a tantas familias de
padres parados y pendientes a desahuciar que no tienen ni para comer, es más
que seguro que esos empleados públicos corruptos no tengan problemas de desahucio
y sin embargo no les importa llevarse unos duros de mas metiendo la mano en el
saco público, ocasionando el atraso o incluso la retirada de estos subsidios.
Lo peor de todo, es que aun sabiendo que está totalmente excluido de derecho,
no podemos defendernos, ya que las personas que tienen que hacer velar por nuestros
derechos son los primeros en violarlos.
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