Escuchar las noticias en estos tiempos es para echarse a
llorar o para sentir vergüenza del mundo que nos rodea.
Da igual por el medio que te informes que todo está mal: la
crisis empeora, los políticos cada día tienen menos vergüenza y más cara dura,
los sindicatos que representan a los trabajadores da pena escucharlos, y para
colmo, roban. No tienen otra cosa mejor que hacer que ayudarse unos a otros a
tapar el bulto.
Famoso es el caso del ex presidente de la Comunidad
Valenciana Francisco Camps y sus trajes a medida pero el que más cerca nos coge
es el de los EREs de Andalucía.
Entre unos y otros (el ex presidente Manuel Chaves, el actual
José Griñán, cada uno con sus consejeros) esconden el bulto (o el pozo de
dinero, según se mire) y no se sabe que ha pasado con todo ese dinero perdido y
despilfarrado en épocas de vacas gordas y rechonchas.
Después de que todo se investigue y salga a la luz, ¿qué
pasará con todos ellos? Camps se ha librado de la cárcel y dudo que alguno en
Andalucía entre en ella.
Si la ética pública se caracteriza por profesionalidad, eficiencia, calidad de la atención, servicio al ciudadano, por ser imparcial, transparente y comprende que es sobre el ciudadano quien lo remunera, ¿dónde están todos esos valores que debe de tener la ética pública en la política española?
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