sábado, 27 de octubre de 2012

Reflexión sobre la ética en la función pública



Escuchar las noticias en estos tiempos es para echarse a llorar o para sentir vergüenza del mundo que nos rodea.

Da igual por el medio que te informes que todo está mal: la crisis empeora, los políticos cada día tienen menos vergüenza y más cara dura, los sindicatos que representan a los trabajadores da pena escucharlos, y para colmo, roban. No tienen otra cosa mejor que hacer que ayudarse unos a otros a tapar el bulto.

Famoso es el caso del ex presidente de la Comunidad Valenciana Francisco Camps y sus trajes a medida pero el que más cerca nos coge es el de los EREs de Andalucía.
Entre unos y otros (el ex presidente Manuel Chaves, el actual José Griñán, cada uno con sus consejeros) esconden el bulto (o el pozo de dinero, según se mire) y no se sabe que ha pasado con todo ese dinero perdido y despilfarrado en épocas de vacas gordas y rechonchas.

Después de que todo se investigue y salga a la luz, ¿qué pasará con todos ellos? Camps se ha librado de la cárcel y dudo que alguno en Andalucía entre en ella.

Si la ética pública se caracteriza por profesionalidad, eficiencia, calidad de la atención, servicio al ciudadano,  por ser imparcial, transparente y comprende que es sobre el ciudadano quien lo remunera, ¿dónde están todos esos valores que debe de tener la ética pública en la política española?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.