Observo que con la profundización de la crisis se extienden
una serie de discursos y de métodos de gestión de la administración pública que
tratan, aupándose a través de la coyuntura económica, de justificar una
reducción de la misma, el recorte y el despido indiscriminado de trabajadores públicos,
una serie de posicionamientos que parten de un análisis a mi parecer incorrecto
de las deficiencias de la administración (innegablemente existentes) y que a veces
caen en el populismo, algunas de éstas políticas de recortes se fundamentan y
se excusan en por ejemplo el excesivo
tamaño de la administración pública, en su ineficiencia o en su red de
clientelismo político.
Aunque es cierto en parte que la administración pública es
en algunos sectores ineficiente, y que también existe una red de clientelismo
político a la que hay que poner freno de inmediato, es también demagógico
afirmar que la administración como tal es inviable, si la crisis vuelve a la
administración inviable como consecuencia de una financiación más restringida o
insuficiente implica que la administración no es causante (a veces, eso si, cómplice)
sino victima de la crisis, el problema es que la situación económica saca a
flote todos los problemas de nuestra economía, así como las ineficiencias
existentes en la administración, contra las que sin duda debemos luchar, lo que
no es admisible es que se permita que con la excusa de los recortes se deje de
invertir en la administración pública produciendo una reducción en la calidad
de los servicios ofrecidos al ciudadano, la clave debe de ser la inversión
pública de calidad, es decir, que cada euro invertido se rentabilice, no que se
deje de dar, es decir, se trata de romper con la lógica de "no te doy un
euro porque lo vas a malgastar" y anteponer en cambio el "te daré un
euro para que se convierte en un gasto/inversión y que sea productivo",
tampoco comparto que la administración esté sobredimensionada, y esta no es una opinión carente de estudios y de análisis, puesto que también la comparten el catedrático de la Pompeu Fabra de Barcelona Viçen Navarro y
el profesor de la universidad de sevilla Juan Torres Lopez: por ejemplo, el
porcentaje de personas adultas que trabajaban para la administracion publica en
2008 era del 13%, uno de los mas bajos de la UE-15 (de una media del 16%) e
infinitamente por debajo de paises con un alto nivel de bienestar y cohesión
social como dinamarca (26%) o Suecia (22%)
La cuestión es si debemos imitar determinadas formas de gestion restrictiva de los trabajadores en las empresas, las cuales, en muchas ocasiones, antes de redimensionar sus
puestos de trabajo o de buscar alternativas al despido, acaban optando precisamente
por el despido de la plantilla, es decir, se trata de escoger si debemos
focalizar a los recursos humanos de la empresa como si fueran un gasto que
debemos minimizar o incluso evitar, en vez de considerar a los trabajadores
como una inversión que es posible rentabilizar a través de una forma de gestión
más eficiente y competitiva, fin éste el último de los recursos humanos de la
empresa o de la administración, objetivo además que a mi parecer deben de
compartir aquellos responsables de recursos humanos, objetivos que rompan de
una vez dinámicas negativas que consideran al trabajador como algo “sobrante” o
que debe ser “excluido” de la empresa, el trabajador es el mayor activo del que
dispone una empresa u organización, y así debe ser entendido sea en la
administración o en las empresas públicas, como en el mundo de la gestión
privada.
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