martes, 30 de octubre de 2012

REFLEXIÓN SOBRE LA CRISIS


PUBLICACIÓN REALIZADA POR: Marina Fdez Palomo.
El trabajo es un medio fundamental para cubrir nuestras necesidades y afirmar nuestra personalidad e identidad, individual y colectivamente. Hoy en día, el número de ciudadanos sin trabajo supera los 160 millones en todo el mundo, una cifra que se eleva hasta los 1.000 millones si contamos a los subempleados. En España, más de dos millones de personas no tienen trabajo. Además, dos de cada cinco desempleados no cuentan con ninguna prestación ni ayuda y, entre quienes la tienen, se trata de una asistencia escasa e insuficiente.
Las repercusiones personales, familiares y sociales que ocasiona el desempleo son bastante desmoralizadoras y el sufrimiento de miles de personas que quieren trabajar pero no pueden, la pobreza, la desesperación o la violencia que surge en muchas familias, y una enorme pérdida de recursos económicos y sociales que podrían destinarse al aumento de unos servicios sociales tan deficitarios en España. Pero el desempleo no es solo algo desagradable para los individuos, una situación indeseable en las familias o un factor perjudicial para la economía y la sociedad. Además de eso, no tener trabajo daña la salud de las personas.
Los parados mueren antes, enferman más, tienen más problemas psicológicos, sus estilos de vida son más perjudiciales y su calidad de vida es peor. Pero además, el desempleo no afecta del mismo modo a todos los trabajadores. En general, tiende a afectar más negativamente a los hombres (por su tradicional papel de cabezas de familia) y a las clases sociales más desfavorecidas. También se sabe que la desprotección social, no poseer seguro de desempleo, empeora la salud. Los hombres desempleados que no tienen seguro de desempleo presentan un riesgo mayor de padecer un peor estado de salud mental que quienes trabajan.
Muchos españoles han dejado España desde 2008 ante la falta de trabajo. Cada vez más jóvenes españoles optan por emigrar a otros países en busca de una oportunidad laboral, en su mayoría, jóvenes altamente cualificados: ingenieros, arquitectos e informáticos.
No es de extrañar que cada vez sean más los españoles que opten por buscar un desarrollo profesional fuera de nuestras fronteras.
se trata de la generación más formada de nuestra historia. se han formado, han acudido a la universidad pero en el momento de incorporarse al mercado de trabajo no dan oportunidades. Por tanto, estamos experimentando una peligrosa huida de conocimiento que obstaculizará nuestro desarrollo hacia una economía de valor añadido.
Estas cifras es un drama de desarrollo futuro, en el sentido de que los  jóvenes españoles, sobre todo los mejor formados, se están viendo obligados a marcharse al extranjero, con lo cual nos estamos descapitalizando de talento de cara al futuro.

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