Se
habla de la Ética Pública como el cumplimiento o el deber a la lealtad y al
respeto con las instituciones y normas vigentes, no sólo en las personas, sino
también en los servidores públicos, que han de tener una conducta encaminada a
un uso apropiado y honesto de los recursos públicos, dejando a un lado los
fines corruptos o personales.
Pero
no es así, cada vez es más frecuente la falta de legitimidad en algunos
Gobiernos, provocando por parte de los ciudadanos una pérdida de confianza.
Cada
vez experimento, no solo en mí, sino también en cuantos me rodean, un mayor
desapego por el mundo en el que vivo y vivimos. Se nos suele llenar la boca al
decir que vivimos en la “Sociedad de la Información”, pero creo que estamos tan
saciados de ella que empezamos a empacharnos. La corrupción, la sobre información y la crisis hace que cada vez nos interesemos menos por la política,
o por lo menos en mi caso. Genera en mí y en la gente un desapego por el querer
participar en ella. Casos como “Nóos”, “Los Eres”, “Malaya”… no hacen más
que generar un clima de decepción generalizado que nos impide afrontar con
ilusión el futuro. Perdemos la fe día a día en la política. Y perder fe en la
política es perder la fe en nuestra sociedad. Aun así, no quiero darme por
vencida, porque pese a mi decepción aun creo en las personas. Aun creo en la
democracia y aun creo que todo esto puede solucionarse. Porque eso es lo bueno
de los problemas… todos tienen solución. Y creo que esta en concreto, está en
cada uno de los ciudadanos. Exijo responsabilidad, pero una responsabilidad
responsable y no exaltada. Porque solo puedo exigir responsabilidad mientras trabajo
para que todo esto mejore.
Reflexión personal de María de Jesús Cruz Salas.
El problema es que a este mundo lo mueve el dinero, es lo que manda en esta sociedad de hoy en día. Y falta confianza, confianza en un gobierno y en un presidente que realmente afronte el problema. Esa confianza no existe por que nadie de los que gobierna lo trasmite, y porque vemos como afloran casos y casos de corrupción con millones de euros como emblema. Así es imposible que la ciudadanía confíe en los altos cargos.
ResponderEliminarYo, al igual que tu, no tengo ni tendré fe en una política ni en un gobierno que rescata a bancos, mientras miles de españoles quedan desahuciados por los mismos. Es penoso.
La ética pública, o al menos su contenido formal se vuelve completamente inaplicable cuando una determinada sociedad pone por encima del bienestar público el interés económico de unos pocos, que es justamente lo que está ocurriendo en España, se ha creado un sistema egoista y depredador, una sociedad que deja de lado lo público, la gestión de los intereses generales, y se entrega de brazos abiertos a la avaricia y al individualismo, y esto porque se antepone los intereses de "los mercados" por encima de las personas, es decir, se dedican millones del erario público para salvar a la banca y las grandes empresas y a los ciudadanos no hay quien los rescate, la ética pública solo se puede alcanzar con un cambio de paradigma profundo, esto es, poniendo en primer lugar a las personas por encima del dinero. El problema es que la gente no tiene ninguna capacidad para decidir en política porque hasta los parlamentos están sublevados a intereses económicos. Vivimos una crisis que no es sólo económico, sino también ética y de valores, de la ciudadanía, que debe tambien implicarse en los problemas que la rodean y no resignarse ni permitir que la apatía los controle.
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