jueves, 18 de octubre de 2012

Reflexiones sobre la ética pública y la gestión de los recursos humanos.

Opinión publicada por Carla de las Heras


Reflexiones sobre la ética pública y la gestión de los recursos humanos.

La ética pública está presente en todos los ámbitos de la gestión pública, sin duda. Pero en la gestión de los recursos humanos (reclutamiento, selección, formación, capacitación, etc.) es donde ésta encuentra el campo de actuación más amplio.

En lo que se refiere a la reforma promovida por la Nueva Gestión Pública, la posibilidad de una completa transición del modelo burocrático tradicional a una nueva forma de gestión reside en un cambio de mentalidad por parte de los gerentes y trabajadores públicos, siendo labor del Departamento de recursos humanos, entre otras, informar, formar y motivar a los mismos para procesar y ayudar a que se efectúen las mejoras propuestas por dicho modelo. La gestión de los recursos humanos debe operar con dinamismo y flexibilidad para que la Administración Pública pueda responder a las necesidades sociales con talento e innovación.

Esto va en consonancia con lo establecido en el artículo 1 del Estatuto Básico del Empleado Público, que refleja los fundamentos de actuación de la Ley, entre los que se encuentran: el servicio a los ciudadanos y los intereses generales, la objetividad, profesionalidad e imparcialidad en el servicio, la transparencia, la responsabilidad en la gestión, etc., para lo que es imprescindible una gestión y planificación eficaz de los recursos humanos.

Además, el individuo debe empezar a familiarizarse con la ética de la organización pública desde el momento de su admisión recibiendo, posteriormente, una formación adecuada para adquirir conocimientos y habilidades sobre este campo en el desempeño de su trabajo. Ambas tareas (admisión y formación) son propias del Departamento de Recursos Humanos.

Por otra parte, es necesario que el sistema ético sea fuerte y eficaz, que no se limite a ofrecer una lista de los valores y principios deseables porque, generalmente, se quedan atrás repercutiendo en su desconocimiento por los servidores públicos. Este desconocimiento es uno de los principales factores que promueven la corrupción en el sistema. Por tanto, desde el prisma de una buena gestión de los recursos humanos, sería necesaria la promoción de los mismos a través de una rigurosa formación de los empleados públicos al respecto así como la transmisión y asimilación de unos valores institucionales que se alineen con los personales permitiendo su interiorización para poner en práctica conductas éticas de forma natural.

Las técnicas de formación e interiorización de conductas éticas hay que introducirlas, especialmente, en el ámbito político, donde los gobernantes encuentran un extenso margen de arbitrariedad, discrecionalidad y elección, que se presta a la corrupción y a las conductas antiéticas en general y que requiere de fuertes y periódicos controles.

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