jueves, 31 de octubre de 2013

Reflexión personal sobre la ética y la corrupción política.

Reflexión de Jose María Vicente Navarro.

En nuestra asignatura de Organización y Gestión de los Recursos Humanos hemos aprendido que el pilar sobre el que se asienta todo sistema político democrático es la legitimidad, que tiene como finalidad alcanzar el bien común y que, para esto, los empleados públicos han de actuar necesariamente con una ética de la función pública (Falconi, 2005). Bueno, esto ya lo sabíamos, ¿no? O ya lo deberíamos saber.

Sabemos que para la prevención de la corrupción es imprescindible que el Estado disponga de instrumentos que luchen para combatirla. Los principales mecanismos son las leyes y los órganos de control que obligan a la fiscalización de la Administración Pública. Pero las leyes a menudo no se cumplen, y los órganos de control a veces no controlan. Entonces, ¿son mecanismos efectivos? Yo pienso que no.

En mi opinión, el principal mecanismo para combatir la corrupción, y en definitiva todos los males en la actuación de los políticos y los empleados públicos, es la educación. Y cuando hablo de educación me refiero tanto a la que dan los padres a sus hijos como a la que reciben éstos en cualquier centro educativo. Especialmente importante es la que recibimos en el colegio y en el instituto porque durante estas etapas es donde más nos hacemos como personas.

En los planes educativos de los niveles intermedios de la enseñanza debería hacerse muchísimo más hincapié en enseñar a comportarse (y no me refiero a ir bien vestido ni a saber qué tenedor es el que se usa para comer pescado), en inculcar valores, en enseñar a sentir, a respetar, a luchar, a ayudar... El hacer personas, o más bien el preparar a las personas para que cada uno se haga a sí mismo debería ser la principal finalidad de la educación.

Las asignaturas de Matemáticas, Historia, Geografía o cualquier otra están muy bien, sí. Bueno, no cualquier otra. Enseñar a dividir, restar, multiplicar, contar que Napoleón nos invadió a principios del XIX, saber que la capital de Alemania es Berlín... Todo está muy bien, bueno. Pero, por ejemplo, en Matemáticas, saber hacer una matriz o aplicar la regla de l'Hôpital con 16 años son cosas, a mi parecer, innecesarias. Son conocimientos que la inmensísima mayoría de la población no va a necesitar utilizar en su vida.

El tiempo que gastan los profesores y maestros en enseñar este tipo de cosas (cada asignatura tiene sus excesos, unas más que otras) debería emplearse, en mi opinión, en enseñar todo lo que he dicho hace un par de párrafos. Valores. Ética. Nos enseñan a ser el mejor, competitivos... Pero esto nos aísla de la solidaridad y la cooperación con los demás. No queremos crear trabajadores, queremos crear o preparar personas para que piensen basándose en un sistema de valores correcto y decidan ellas mismas ser trabajadoras, humildes, solidarias, bondadosas, leales, respetuosas, responsables, honestas, tolerantes, etc. Así, estas personas correctamente preparadas enseñarían también a sus hijos (como he dicho antes no toda la responsabilidad debe recaer en los maestros y profesores). Claro, los profesores también deben estar correctamente preparados, algunos lo están y otros no, como en todos lados.

En resumen, si existiera una buena planificación educativa y se formara a las personas convenientemente, pienso que sobraría incrustar códigos éticos y de conducta en las leyes como los que hay en el EBEP y no haría falta crear ciertos órganos de control e instrumentos anticorrupción porque las personas tendríamos una mentalidad distinta a la actual. Eso sí, los delitos deben seguir tipificados. Seguro que los relacionados con la función pública se reducirían muchísimo y acabarían por casi desaparecer pero tontos hay en todos lados. 

Pero me temo que mi idea, aunque creo que no sería nada difícil de aplicar, no deja de ser una utopía. Y es así porque los que deciden, los malos, los que casi siempre ganan, los de traje y corbata no han sido correctamente educados y tienen sus propios intereses, que son contrarios al bien común. Y perdón por generalizar, igual que tontos hay en todos lados también existen siempre excepciones positivas.

La educación lo es todo. Eduquemos bien.

1 comentario:

  1. Comentario realizado por Patricia Inan Pradas

    Estoy totalmente de acuerdo contigo, ya que la educación está decayendo cada vez más y está claro el porqué: mientras menos sepamos, más fáciles de manejar seremos.

    Hace falta una reforma educativa pero en sentido amplio. Esto último que se habla del “cambio valiente” en Japón podría servir de inspiración.
    Matemáticas, lengua , ciencias naturales son asignaturas que considero importantes pero también debería abrirse un abanico de asignaturas que ayuden en la formación de valores morales, actitudes y en el desarrollo de la personalidad/carácter del alumno como tú mismo has mencionado. Asignaturas que enseñen el respeto total a las leyes, a las normas de convivencia, la tolerancia y el respeto a la ecología (esto último sí que no se aprecia por ninguna parte).

    Yo creo que otro gran problema es la mentalidad española. Por ejemplo, y aunque parezca un ejemplo muy tonto, en Alemania para subir al tren, metro o bus no hay que enseñar previamente el ticket o tarjeta de abono al conductor ni pasar por esas “máquinas controladoras” sino que directamente se sube al medio de transporte. Apenas controlan si quien sube al bus o al metro ha comprado previamente su ticket pero aun así, todos lo compran.
    Si en España esto fuese así, ¿cuántas personas creéis que pagarían el transporte público?

    Con esto quiero decir, que es necesario una gran reforma educativa pero una que sea útil y que inculquen al alumno valores como la honradez, el respeto y la solidaridad.

    ResponderEliminar

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.