Noticia enviada por Carla de las Heras
El Consell se prepara para empezar a despedir a miles de empleados
públicos en las próximas semanas. La aprobación, el pasado viernes, de
un decreto ley que marca los criterios de la reconversión de la mayoría
de las empresas públicas y fundaciones, otorga cobertura legal al
Consell para fusionar, suprimir y crear nuevos entes. La consecuencia
será el despido del 40% de una plantilla integrada por 7.555 empleados
públicos cuyas nóminas ascienden a 242 millones de euros al año.
Será la parte más dolorosa y traumática de una decisión política que
se ha demorado más de dos años y que ha acentuado los efectos de una
gestión desastrosa en las 76 empresas y fundaciones, agrupadas ahora
bajo el paraguas de una Corporación Pública Empresarial Valenciana. Una
gestión que ha dejado un agujero cercano a los 8.000 millones de deuda
contraía con bancos y entidades financieras.
Durante años, la Generalitat hizo caso omiso de las recomendaciones
de la Sindicatura de Comptes, que alertaba de la inviabilidad de muchas
de las empresas y entidades del sector público valenciano. Pero ya con
la crisis financiera y económica encima, el Gobierno socialista instó en
mayo de 2010 a la Generalitat que presidía Francisco Camps a reordenar
el sector público autonómico. La exigencia —con España ya al borde del
precipicio— se concretó en un plan de austeridad elaborado por el
Consell que pronto se demostró inoperante.
A la llegada de Alberto Fabra al Palau de la Generalitat tan solo se
habían eliminado media docena de entes. Casi todos sin actividad, como
Mundo Ilusión, y Nuevas Viviendas Valencianas, o salpicados por la
polémica, como la Sociedad para la Imagen Estratégica que contrató con
Orange Market.
En diciembre de 2011, ya con Mariano Rajoy en el Gobierno, Fabra, con
los gravísimos problemas financieros de la Generalitat ya al
descubierto, aprobó un segundo plan de racionalización. Esta vez se
liquidaron o fusionaron nueve fundaciones y una empresa pública. En unos
casos se buscó reacomodo al personal, como a los miembros del
inoperante Tribunal de Defensa de la Competencia. En otros, como en el
caso de la Fundación Agua y Progreso, que realizó durante años numerosas
campañas a favor del trasvase del Ebro en nombre del Consell, se echó
la persiana. Con Mariano Rajoy en el Gobierno ya no era necesario
mantener determinados instrumentos de propaganda.
La Generalitat esgrime que el proceso de reconversión del sector
público es continuo, de enorme complejidad y lleno de dificultades
legales. Sin embargo, en privado, varios cargos del PP admiten la
complejidad de actuar en un sector público donde 17 años de gobierno han
generado un cierto clientelismo político.
Esta es una de las razones, aunque no la más importante, que explican
la demora y los cambios realizados en el decreto de reestructuración
del sector público empresarial y fundacional anunciado en mayo y
aprobado esta misma semana.
De la previsión inicial a la final se han rescatado siete entidades
que conservarán su autonomía, entre las que figuran la Sociedad
Proyectos Temáticos, el Instituto Valenciano de Finanzas, el IVAM y la
fundación de ayuda a las víctimas (Favide).
Sin embargo, los números sobre los recortes de personal siguen sin
estar claros. Los expedientes de regulación de empleo (ERE) ya aplicados
han afectado a 212 de los 328 empleados que tenía el Instituto
Valenciano de la Vivienda; a 56 de los 89 trabajadores de Ciegsa (la
empresa encargada de gestionar la construcción de colegios) y a 105 de
las 325 personas que desarrollaban sus funciones en la Ciudad de las
Artes y las Ciencias.
En preparación está el ERE de Ferrocarrils de la Generalitat
Valenciana (FGV) y el de Valenciana de Aprovechamiento Energético de
Residuos (Vaersa) —en el que ha trabajado Deloitte, la misma consultora
que ha realizado por 254.880 euros el informe sobre la reestructuración
de todo el sector público—. Son las dos empresas incluidas en la nueva
Corporación que tienen las mayores plantillas. En el caso de FGV, el ERE
podría afectar a 500 de los 1.500 trabajadores, mientras que en Vaersa
se especula con la posibilidad de rescindir 350 de los 1.600 contratos
existentes. El otro gran bocado está previsto en los entes vinculados a
las actividades culturales. Un sector donde se especula con una
reducción de 700 empleos. A estas cifras hay que añadir otros despidos
que “no necesitarán, por su dimensión, de la presentación de un ERE”,
según el consejero de Economía, Máximo Buch.
Pese a todo, la cifra sigue alejada de los 3.000 despidos anunciados
por el Consell, que en mayo pronosticó que serían 5.000 los
damnificados. Una cifra que entonces incluyó los despidos previstos en
Ràdio Televisió Valenciana (RTVV), que no forma parte de la Corporación
empresarial, y que ya ha aprobado el adiós de 1.200 empleados, cuyas
indemnizaciones están bloqueadas a la espera de que se resuelva el
litigio legal con los trabajadores.
“Los números no cuadran”, sostiene el responsable del área de
servicios públicos de CC OO, Juan Cruz, que considera que el Consell
adopta sus decisiones por motivos políticos sin tener definida la
reconversión iniciada.
“En Pascua todavía estaremos hablando de los ERE del decreto de
reestructuración del sector público”, vaticina Adel Frances, de
Intersindical.
Noticia originalmente publicada en http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/10/20/valencia/1350762670_353172.html
ESE ES EL PROBLÉMA REAL SE HAN SUPERDIMENSIONADO LAS EMPRESAS PÚBLICAS VENGA A METER PERSONAL Y AHORA VA A IR MUCHA GENTE A LA CALLE AGRAVANDOSE ASI EL PROBLÉMA DE PARO QUE YA TENEMOS TODO POR NO PLANIFICAR NI PENSAR EN CUANTO COSTABA TODO ESO
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