Está muy de moda en los últimos
Gobiernos, quizás a consecuencia de la crisis, demonizar la figura del empleado público como origen de
todos los males. Tal como figura en la concepción tradicional de las personas
en la Gestión de Recursos Humanos, estas vienen representadas como un coste
para la organización, que en el caso que nos ocupa es el de la Administración
Pública, No le ha temblado el pulso ni al Gobierno actual ni al anterior de
echar mano de medidas restrictivas para recuperar el déficit público (Pérdidas
en una empresa en el ámbito privado). No es sólo esta medida contraria a los
objetivos de la gestión de recursos humanos en el ámbito de lo público, si no
que a mi entender, es un obstáculo para conseguir la eficacia y eficiencia que
ha de presidir toda gestión de recursos humanos. Igualmente si en la actualidad
la Administración Pública fuera un
edificio, se vendría abajo, ya que todos y cada u no de los pilares en
que se basa la gestión de recursos humanos se ven afectados por la citada
situación.
Por otro lado, de parte de la misma Administración, y en particular en esta Universidad de Sevilla en plena crisis se ha hecho poco por minimizar los efectos de la misma. Cuando entre por primera vez despues de aprobar la selectividad allá por el año 1977, el catedrático era un a figura no solo respetada sino que tenía a sus espaldas unas pruebas selectivas bastante exigentes. Hoy en día hay departamentos universitarios que tienen el 80 % de la platntilla docente como catedrático. Cuando se creó la figura del profesor asociado, se tenia previsto que fuera un especialista de reconocido prestigio, cirunstancia que poco a poco se ha ido perdiendo. Podemos hablar también de los cargos directivos que se ha ido creando sin más que la afinidad mas o menos politica. Cuantos vicedecanos habia entonces y cuantos hay ahora. ¿Para que sirven las Direcciones de Secretariado, y las Vicegerencias?. Todo esto conlleva como es lógico el gasto correspondiente. Lo que como punto final quiero indicar es que no solo la ética y la moral en la administración pública está relaccionada con la corrupción, sino que el dinero público hay que gestionarlo de manera eficaz para lograr su fines y no para engordar sin más la administración.
Guillermo Darriba Lozano
4º GGAP
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