viernes, 21 de noviembre de 2014

LA FIGURA DE UN “ORIENTADOR DEL CIUDADANO” EN LOS RR.HH DE LA ADMINSTRACIÓN PÚBLICA

REFLEXIÓN PERSONAL REALIZADA POR FRANCISCO JOSÉ RIVERO RIVAS

En primer lugar, me gustaría partir de la única idea que debe prevalecer y guiar cualquier actuación de la administración en la organización y gestión de sus RR.HH. Hablo del interés general; y es que, parece que cuando se organiza la estructura de estos RR.HH, no se piensa en que están destinados a servir al ciudadano (administración proviene de “ad-ministrare”, ad" (ir, hacia) y "ministrare" ("servir", "cuidar").

Quiero decir con esto, que el administrado o ciudadano debe sentirse “servido”, “cuidado”. Lamentablemente no creo que sea esto el sentir general de la ciudadanía; pensemos en la cantidad de ocasiones que nos hemos sentido desorientados al llegar a unas dependencias de la administración para solucionar algún trámite. En ocasiones, si tenemos suerte, podemos encontrarnos con un punto de información pero en la mayoría de los casos no existen. De este modo, el administrado se enfrenta a un verdadero dilema para saber la ventanilla a la que dirigirse (pensemos que no todas las personas tienen la suficiente preparación para entender los carteles o paneles informativos). El resultado, es una mala elección, por la que, tras esperar un largo turno, es informado el administrado que no era la ventanilla adecuada. Esto genera en los ciudadanos una sensación de enfado parecida a la del episodio literario “vuelva usted mañana” de la obra de Mariano José de Larra.

No es poca cosa lo que comento, porque este estado anímico del ciudadano “mareado de una ventanilla a otra” repercute en el propio empleado público. La falta de motivación que sufren a veces, y que conlleva bajas laborales en ocasiones, viene dada por tener que atender a personas que ya vienen con una actitud negativa y que, normalmente, descargan con los empleados públicos que tienen delante. Es una cadena.

Es por este motivo que en la organización y gestión de RR.HH de la administración, como solución, podría implantarse un nuevo tipo de empleado público en todas y cada una de las dependencias de la Admón. Un “Orientador del Ciudadano”. Una persona completamente preparada administrativamente en los trámites que se llevan en su oficina (no hablo de personal de seguridad a los que a veces los ciudadanos acuden desesperados). Es más, que, en garantía de su preparación, accedieran por mérito y capacidad a través de oposición como el resto de funcionarios públicos. Además este orientador público, deberá reunir para ser elegido unas aptitudes comerciales y de “don de gentes” que son imprescindibles para el nuevo puesto que propongo. El ciudadano debe percibir ese buen trato inicial al llegar a las dependencias administrativas. Esto, aparte de facilitar el acceso rápido a la ventanilla correspondiente, procura en el administrado un buen clima en su estado de ánimo para afrontar su petición en ventanilla, lo que redundará a su vez en un mejor trato por parte del empleado público que observa que el ciudadano ha sido bien atendido inicialmente por el “Orientador del Ciudadano”

En este sentido, hay que decir que la figura de este nuevo empleado público es compatible con la nueva tecnología informática aplicada a la administración. De hecho, casi más que compatible, yo diría que hasta necesaria, pues a veces existen en las oficinas públicas maquinaria electrónica informativa o de servicio de difícil comprensión para los ciudadanos. Estos nuevos “Orientadores del Ciudadano” tienen entre sus cometidos también facilitar a los ciudadanos el acceso a estas herramientas informáticas de información para los ciudadanos.


En definitiva, importar de la empresa privada la figura del comercial o relaciones públicas hacia el mundo público, hacia la administración. 

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