Reflexión personal realizada por Lourdes Fernández de los
Santos.
Parece claro que la economía europea no termina de despegar y que harían
falta medidas económicas de más calado para salir de esta crisis y no
caer en una nueva recesión.
Y España con un crecimiento de un 1,2% en 2014 y un 1% en 2015
refleja esta ralentización de la economía europea.
Si prosigue el debilitamiento de la economía internacional y europea,
impediría que la economía española se pueda desarrollar todo lo que se espera
de ella.
Aunque esperemos que las medidas de estímulo anunciadas corrijan en parte
esta perspectiva y que la liberalización progresiva del comercio mundial ayuden
también a ello.
La mejora de competitividad, la progresiva reparación de los
circuitos del crédito y unas políticas fiscales menos dañinas deberían permitir
recobrar el ritmo de crecimiento.
España ha perdido intensidad en la corrección de sus desequilibrios, como
muestra el renovado déficit de la balanza de pago o el repunte del gasto
público. El endeudamiento (público, privado y externo) sigue siendo inmenso e
implica que la recuperación es vulnerable.
No debe perderse de vista que no se han eliminado los desequilibrios.
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