entrada personal: Reflexión sobre las criticas a los funcionarios.
Actualmente el funcionario está en crisis (como todos claro) pero es
una crisis de imagen que no se va a recuperar ni con el mejor asesor de imagen
de campaña política de los Estados Unidos. Desde hace mucho tiempo en este país
el concepto de funcionario es prácticamente un insulto.
Según esta imagen el funcionario es un ser poco trabajador, gris,
no diligente ni apto para labores productivas, atrapado en un mar de papeles y
sellos…de hecho según la mayoría de la gente de a pie que sabe lo que estoy estudiando
me responde que los funcionarios deberían estar picando piedras de sol a sol;
que son unos vagos, unos irresponsables, que no se toman su trabajo en serio y en
fin, que si la Administración Pública va como va es por culpa de ellos.
Yo quiero defender a este colectivo (y no solo por lo que me toca
el tema), sino porque siempre es más fácil “matar al mensajero”, sobre todo si
mientras lo haces estas sentado en un bar discutiendo con unos amigos sobre
este tema (tan criticado) y es que se supone que está bien eso de criticar a
los funcionarios.
La mayoría lo hace por desconocimiento y piensa que los
funcionarios no deberían tener una relación estatutaria (la gente sigue
pensando que es laboral) de forma permanente (ya que esta es la principal
diferencia con el resto de trabajadores). Para ellos no es justificable en la
actualidad el derecho al cargo que deriva de los principios establecidos por el
artículo 103 de nuestra constitución. ¿Cómo es posible que con el paro que hay
no se despidan miles de empleados
públicos?
Creo que la permanencia es en realidad una garantía para los ciudadanos,
si las funciones públicas las ejercen personas que pueden ser despedidas en
cualquier momento la objetividad de sus actuaciones disminuirá notablemente. Cierto es que hay funcionarios que no realizan
su trabajo como debiera, pero para ello ya existe el régimen disciplinario (que
no se use demasiado es otra cuestión).
Sin el derecho al cargo, en primer lugar, el funcionario estará
más interesado en agradar a su jefe de turno, el político, que en servir de
verdad al ciudadano. En todas las administraciones hay pelotas pero en realidad
los funcionarios que conozco no se venden por un puesto y actúan conforme a lo dispuesto en el
ordenamiento jurídico. Si algo no se puede hacer, no se hace, y si viola la
normativa esta no se hace amoldar a sus intereses (o a los intereses del de
turno). Por otra parte, si yo soy funcionario y sé que mi puesto es
temporal, es posible que intente actuar con amabilidad con empresas del sector
privado a las que algún día podría estar llamando a mi puerta.
¿Qué se pretende con estas críticas? Que la relación del
funcionariado con la Administración sea temporal y que de esa forma se pueda
prescindir de ellos por circunstancias ajenas a las profesionales o
disciplinarias. Miedo me da sólo de pensarlo.
En fin, resumiendo; opino que los funcionarios son la garantía en
la prestación del servicio, que garantizan la objetividad en la aplicación de
la norma y, que en muchas ocasiones tienen que “enfrentarse” con sus superiores
(del nivel político) para defender la legalidad y la objetividad en la
actividad de la Administración. Así que si al final los interesados en que se
cambie esta situación (que son en realidad los políticos u organizaciones
privadas que buscan al funcionario afín ellos) luego no nos vayamos quejando
por los bares de que no hay nadie que vele por nuestros derechos como
Administrados.
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