jueves, 16 de enero de 2014

REFLEXIÓN PERSONAL ALEJANDRO ROMERO BARÓN

Desde que comenzó la crisis hasta nuestros días el número de parados se ha disparado hasta superar cifras impensables, además la tendencia es a que siga creciendo.Y en mitad de esta crítica situación,   hay un grupo de personas que hasta ahora siempre se habían considerado intocables como son los funcionarios
En España hay un total de 2.680.000 funcionarios trabajando para las administraciones públicas, un número muy por encima de otros países de la Unión Europea.
Tras la reforma laboral aprobada por el gobierno, por primera vez en España se contempla la posibilidad de despedir a personal laboral del sector público cuando las circunstancias económicas así lo aconsejen.
Por ello ha llegado la hora de meter el tijeretazo en el sector público empresarial español. A medida que se destruye empleo en el sector privado se han incrementado las críticas hacia muchos funcionarios que no son productivos, tienen un puesto asegurado o mantienen un sueldo intocable. Y esto pienso que tiene su parte de verdad y su parte de mentira.
En la Administración hay tanto funcionarios que debido a tener una plaza asegurada para toda la vida, se relajan en su puesto y se vuelven perezosos, y que más bien se dedican a calientar la silla. La vagancia de estos desprestigia su profesión y lo convierte en el blanco de la ira de la ciudadanía.
Contra estos creo que se deberían crear métodos de seguimiento y control, e imponer sanciones para intentar corregir dichas prácticas, que no solo perjudican a la imagen de este colectivo, sino también retrasan la actividad de la administración, y se impide que gente más preparada, capacitada y motivada ocupen dicho puesto.
Por otro lado, nos encontramos con el funcionario (considero que es la gran mayoría) que ha tenido que sudar para alcanzar su puesto. Aunque muchos envidian sus horarios y la estabilidad de sus empleos, muy poca gente es consciente del enorme esfuerzo y la gran dedicación que han sufrido para alcanzar su puesto de trabajo.
Si además se pretende reestructurar el sector público español, reduciendo el número de funcionarios para hacerlo más eficiente, tema con el que no estoy totalmente de acuerdo ya que hay numerosas administraciones como la de justicia que están al borde del colapso, habrá que empezar por atajar primero el problema de los funcionarios que no cumplen con sus funciones. 
Pienso que hay que acabar con los “calientasillas”, puesto que con la que está cayendo, el país no puede permitirse pagar las nóminas de estos,  y vería mejor relevar a estos por funcionarios con la motivación necesaria, y que no solo ayudarían a la mejora de la imagen de este colectivo, sino también al mejor funcionamiento del estado, el cual está en entredicho en los últimos tiempos.

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