domingo, 18 de noviembre de 2012

Motivación, liderazgo y responsabilidad (reflexión personal)

Reflexión personal  Rosa Peñuela

Motivación, liderazgo, y responsabilidad.
Creo que la motivación de cualquier empleado, público o no, está directamente relacionada tanto con sus aptitudes ante el trabajo como con otras circunstancias y aspectos ajenos al mismo.
Hay autores que consideran a los elementos externos y a los internos como agentes que influyen en nuestra motivación laboral; otros opinan que la motivación de los trabajadores está influenciada directamente por la comparación que hacemos con nuestros compañeros, subordinados y superiores en el trabajo; fijándonos en el esfuerzo y responsabilidad aportada con las compensaciones recibidas… Pero todo esto,  no puede estar completo si no tenemos en cuenta la responsabilidad de los diferentes miembros de la organización, superiores y directivos  con capacidad de gestión y mando que deberán presentar las características propias de un buen líder.
No,  yo no estoy desmotivada en mi trabajo, ni le tengo miedo a una reforma que creo imprescindible dentro de la administración; pero creo que es necesario, o casi imprescindible como punto de partida,  la búsqueda de líderes honestos y responsables que hagan del actual estado de derecho algo por lo que todo empleado público o privado tenga el honor de defender incluso cuando tenga que hacer un sacrificio económico y personal para su mantenimiento. El problema no es sólo y exclusivamente la crisis, no nos engañemos, esa es parte de la realidad, la otra es que desde hace ya años, bastantes por cierto, se está llevando a cabo una mala gestión económica y de personal tanto en el ámbito privado como en el público. 
En los países Nórdicos, la sociedad en su conjunto y los trabajadores en general entienden y asumen como algo imprescindible la compensación económica a los más desfavorecidos por medio de prestaciones sociales, que están costeadas por sus impuestos (que no eluden pagar) y sus políticos y clase dirigente tiene claro que son servidores de “lo público” y por lo tanto no van a otorgarse mayores privilegios y beneficios económicos que los que se consideran necesarios e imprescindibles para todos los ciudadano por igual, independientemente de su posición social. Se dotan de viviendas o habitaciones cómodas pero sencillas donde viven, durante la semana, los políticos cuyas familias residen fuera de la capital, tienen servicios comunes de lavandería y cocina y no tiene ningún privilegio más por ser diputados o cargo político del gobierno. Los dirigentes de empresas privadas tienen mejores condiciones laborales que otros empleados de su misma organización que desarrollen funciones más elementales, pero esa diferencia en ningún caso supone una diferencia tan abismal como en nuestro país.
 No puedo compartir el conformismo de algunos ante la falta de exigencia con quienes tienen una mayor responsabilidad (nuestros políticos, nuestros superiores jerárquicos dentro de las administraciones, banqueros, autoridades varias) a los que habría que exigirles que sepan y quieran ejercitar su liderazgo desde perspectivas de justicia social, equidad, y responsabilidad.
Pienso que esta falta de liderazgo coherente, que influye en la motivación de los empleados y que conlleva una falta de responsabilidad en ambas esferas, está afectando no sólo al momento  presente sino que traerá consecuencias significativas para el futuro. No se puede limitar su solución a un parcheo de la situación. Los problemas se enfrentan buscando las raíces y sus soluciones, y que sean lo más proporcionales posibles.
Necesitamos hacer recortes económicos, es cierto pero no lo es menos que necesitamos lideres que sepan corregir los errores cometidos, dar esperanza, ilusión y confianza y por supuesto un ejemplo claro de compromiso y responsabilidad ante la ciudadanía primero y ante sus empleados después.
¿De qué sirven que los bancos se fusionen, reduzcan sus oficinas de atención a clientes si sus altos cargos son indemnizados con cantidades millonarias cada vez que los despiden por una mala gestión?
¿De qué sirve que a los empleados públicos les aumenten las horas laborales, les quiten pagas extraordinarias, reduzcan sus sueldos y días de vacaciones, si a sus altos cargos en lugar de reducirlos los cambian de puesto aumentándoles los sueldos y creando otros nuevos para dar la imagen de que la administración pública se ha reducido en las altas esferas cuando en realidad sólo se han trasladado a altas esferas privadas?
Podríamos plantearnos mil preguntas sobre el por qué de la situación actual y de su vinculación con el desconcierto, descontento, apatía, desconfianza… de la mayoría de los trabajadores y ciudadanos en nuestro gobierno, nuestras instituciones y nuestra administración pública (entendida de forma general). Pero lo cierto es que en una reflexión madura y consciente de lo que podemos exigir y deberíamos de hacerlo, y de  lo que podemos aportar y estamos obligado igualmente a ello, podría destacar dos ideas fundamentales: por un lado tenemos que hacer un esfuerzo por salir de la situación actual y por lo tanto la motivación en nuestro trabajo debe hacerse lo más coincidente posible entre  los objetivos personales y los de nuestras organizaciones (en el caso de empleados públicos, con el interés general)  pero por otro lado el estímulo y los resultados que debemos esperar no pueden limitarse a nuestro mayor o menor bienestar; aceptando la precariedad laboral como mal menor. Debemos esforzarnos por conseguir que ese interés general de toda Administración Pública sea realmente el objetivo y el resultado exigible y exigido por todos los ciudadanos y por todos los empleados públicos a nuestra organización: la Administración Pública, sea del ámbito que sea.
Motivación, responsabilidad y liderazgo siguen siendo factores decisivos para el buen funcionamiento de cualquier organización pública o privada.

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