REFLEXIÓN
PERSONAL
NATALIA
FERNÁNDEZ ROMERO
Hay trabajos que con la mera realización de
los mismos el trabajador se siente satisfecho y motivado, un médico salvando
vidas, un profesor impartiendo docencia, sin tener un jefe detrás que resalte
tus cualidades, pero el funcionario de mesa, el burocrático, ¿que metas u
objetivos tiene para satisfacer necesidades y expectativas ‘? No va a realizar
un esfuerzo adicional porque su puesto de trabajo no peligra debido a la
inamovilidad del empleo del que goza, no tiene desequilibrio interno que le
ayude a mejorar, el resultado a obtener por una administración es la
satisfacción del interés general, y eso no se puede medir, como motivas a esa persona
para el logro de la excelencia y del trabajo bien realizado. Podríamos optar por
una rotación en los puestos que no dependa de una promoción interna, y que al
tener que hacer frente a distintas tareas, logremos despertar un mayor esfuerzo
personal, si a ello le añadimos distintas remuneraciones en las que la partida
de productividad varía mucho en función del grado en la carrera administrativa
y no en función de la evaluación del desempeño y el especial esfuerzo, interés
en el trabajo, como se trabaja, un concepto más clásico que el de evaluación
del rendimiento , cuánto se trabaja, llegamos a más desigualdades en los
miembros del equipo de trabajo, desigualdades que no están justificadas en una
discriminación positiva, como si es el caso de violencia de género y otras.
En el sector público a menudo no hay líderes
que sepan estimular a su equipo pero porque cuando el líder no conoce en muchos
casos en que consiste el trabajo a realizar y los objetivos a cumplir, ¿Cómo va
a saber mandar? Saber delegar lo menos, se abusa de esta potestad administrativa,
y sobre todo saber escuchar, e instruir
son características de las que adolecen muchos jefes administrativos y que mejorarían muchísimo el
clima laboral. Asimismo en las altas esferas, hablamos de liderazgo
estratégico, se ha demostrado que en nuestra administración no existe puesto
que grandes voces expertas clamaban desde 2006 que había que anticiparse a los
acontecimientos antes de que sucedieran, y no solo no se hizo nada sino que están
exentos de toda responsabilidad, lo que nos lleva a tener que aumentar los
controles de seguimiento en las organizaciones, lo que no tiene porqué conllevar
el ralentizar la toma de decisiones.
El trabajador público pertenece a ese grupo
formal pero muchos no tienen satisfacción personal, aunque tengan grandes conocimientos
técnicos y habilidades, deberían fomentarse en las distintas áreas un tamaño
más adecuado y reducido de personal, los equipos así formados serían más
especializados y efectivos, y se fomente la comunicación y el consenso mediante
reuniones de grupo de las que salgan nuevos hábitos y pautas de conducta que
redunden en una mayor calidad del servicio prestado, y mas control en materia
de personal, que se sancione cuando haya incumplimiento para que se refuerce el
status del líder y de todos también porque se fomenta con ello la igualdad y el
respeto y no se inhiban los jefes de aplicar el régimen disciplinario, como
muchas veces pasa.
Parece que se está planteando aquí, lo que me atrevería en llamar trato discriminatorio, por cuanto se justifica la motivación del médico o el profesor, como actividades o profesiones motivadoras o generadoras de satisfacción, mientras que por el contrario se plantea que el funcionario que desempeña tareas administrativas, al que denomina “funcionario de mesa” lo presenta como persona con falta de motivación o insatisfecha.
ResponderEliminarTengo que decir, que nada más lejos de la realidad, creo que la motivación y la satisfacción depende de otros factores, y no desde luego de la profesión que se desempeñe en cada momento, sino factores muchas veces subjetivos de cada persona, y que son diferentes entre sí, así lo que para un funcionario le puede producir motivación, para otros le puede resultar indiferente, el secreto está en saber aplicar por parte del líder, las medidas necesarias para alcanzar la motivación en el subordinado, no teniendo porqué ser las mismas para todos.
Aunque creo que es un error pensar que dependiendo de la profesión una persona va a conseguir la satisfacción deseada. Habrá profesores, médicos, administrativos, todos funcionarios de carrera, con las mismas condiciones laborales de estabilidad, por tanto no entiendo que el argumento que se emplea para justificar la falta de motivación de ese “funcionario de mesa”, es decir la estabilidad en el empleo, o como en la reflexión se denomina “inamovilidad del empleo” tenga que ser diferente al profesor o médico.
Por otro lado, esa motivación va a depender en cada caso, de lo que considere como safisfacción para esa persona, ya que para unos será la recompensa económica el argumento suficiente, para otros el reconocimiento del Jefe o la satisfacción del trabajo bien realizado, o cuando desempeña el trabajo deseado, ya sea este profesor, fontanero, albañil, o administrativo.
En segundo lugar, las medidas que se plantean para resolver esa hipotética falta de interés del “funcionario de mesa” entiendo que es un tremendo error, en concreto el plantear la rotación, en los puestos de trabajo, ya que esto redunda en la falta de especialización del funcionario, pues si cuando se está especializando en la materia se produce la rotación; y esto ocurre con todos los empleados a la vez se produce en la Administración una falta de profesionalidad absoluta, pues cambiar a una persona de puesto supone, aprender unas nuevas tareas, es decir, partir de cero, y por otro lado, se produce una pérdida de experiencia en la Administración, a nivel general, puesto que el funcionario que dominaba una materia, la abandona por otra nueva.
Por tanto, entiendo que esta reflexión no es un buen ejemplo de la motivación en el trabajo.