Cómo motivar a los funcionarios
La falta de premios, objetivos y castigos merma la productividad en el sector público
Algunos funcionarios tienden
a reducir su rendimiento al
nivel más bajo que tolera la Administración, que suele ser el de su compañero
que peor cumple sin ser sancionado. Al mismo tiempo, una parte de los empleados
públicos acostumbra a valorar su propio trabajo para ajustar su productividad a lo que considera
adecuado para la retribución que recibe, de manera que reduce su productividad.
Aunque hay numerosas excepciones individuales, producto de las convicciones
personales, más de 40 años después de que el administrativista Alejandro Nieto formulase estas
dos "leyes sociales" de la función pública su esencia continúa
vigente, por lo menos en los cuerpos más burocratizados.
Los expertos en gestión pública coinciden en señalar que la
causa principal de la pervivencia de estos males, derivados de la ausencia de una
verdadera carrera profesional objetiva, se localiza sobre todo en la cúpula,
pues debido a la politización no hay un cuerpo directivo profesionalizado
capacitado para aplicar un sistema de incentivos positivos, de dinero y
ascensos, y negativos, a través de las sanciones, de manera que aumente la
productividad.
En su obra del 2008 El desgobierno de lo público, una suerte de libro negro
de la burocracia en España, Nieto describe el "círculo vicioso plasmado en
un pacto implícito: la Administración, como empleador, maltrata a sus
servidores pero en compensación poco les exige; mientras que estos (los
trabajadores), correlativamente, soportan los maltratos y, en compensación,
rinden muy poco". Nieto, que fue presidente del Consejo Superior de
Investigaciones Científicas (CSIC) en los 80, denuncia también que la carrera
funcionarial ha sido sustituida por unos caóticos saltos de puesto al albur del
capricho político.
La omnipresente crisis económica ha puesto a la
Administración en el punto de mira. Los empleos en el sector público son más
codiciados que nunca, pues fueron de los pocos que crecieron en los últimos
años. Además, los ajustes aplicados en los países inmersos en la crisis de la
deuda, han incluido recortes salariales en el sector público, bien por la
rebaja del sueldo como la aprobada en España en la primavera del 2010, bien por
la suspensión del complemento de productividad aplicada por la Generalitat.
Con el foco puesto en la Administración uno de los debates
más recurrentes es el centrado en su productividad. Como explica Francisco
Longo, director del Instituto de Gobernanza y Dirección Pública de Esade, el
problema no reside en que en el caso del funcionario, no del personal laboral,
el trabajo sea de por vida, sino en la falta de alicientes. "El empleado
público que trabaja mucho y bien, se preocupa por formarse y tiene iniciativa,
no es premiado, mientras que el que no cumple, no es castigado, lo que provoca
que la productividad se deteriore", afirma Longo. A su juicio, las causas
de la falta de incentivos residen en un marco laboral demasiado rígido, pues
hay "una hiperprotección del empleado", y en la baja calidad de la
dirección, pues "la gerencia pública en España presenta un déficit
importante".
Carles Ramió, profesor de Gestión Pública de la Universitat
Pompeu Fabra, considera una cuestión clave la ausencia de una dirección pública
profesionalizada en la Administración y destaca que España es de los pocos
países de nuestro entorno en los que sucede esto. Apunta que en Italia sí hay
una dirección profesional, lo que no sucede en la Admininistración española, en
la que los políticos copan los altos cargos de responsabilidad y en los que
deben ocupar funcionarios, como los de subdirectores generales, se suele
utilizar el criterio de la libre designación, de manera que prima el
partidismo.
El diagnóstico existe desde hace tiempo. El vigente Estatuto
Básico del Empleado Público, del 2007, presumía de implantar un sistema que
"estimula a a los empleados para el cumplimiento eficiente de sus funciones".
Establecía la evaluación por desempeño, en función del cumplimiento de
objetivos, así como la carrera horizontal, que permitiría subir de nivel
salarial sin colapsar las jefaturas de la administración, y la dirección
profesional, liberada de la arbitrariedad política. "Pero son medidas
pendientes de desarrollar legislativamente", explica Ramió, quien señala
que por lo general son reformas, como la de acabar con el partidismo en los
nombramientos, que se anuncian cuando se está en la oposición pero que se
aplazan en el poder.
Ramió llama la atención sobre la falta de incentivos
positivos, como la promoción de los mejores y el aumento de la productividad de
forma no lineal, es decir al revés que los complementos que se pagan de forma
burocratizada a todos los empleados sin distinciones. Al mismo tiempo tampoco
hay incentivos negativos, porque, salvo casos concretos como los de las fuerzas
de seguridad, el régimen disciplinario no suele aplicarse, de forma que no se
sanciona al que no cumple.
"El de la falta de alicientes para quien tiene un
puesto fijo es un problema también en el sector privado, pero en el público
alcanza una mayor dimensión", explica Sara de la Rica, catedrática de
Economía de la Universidad del País Vasco, quien apunta que así se limita el
esfuerzo del trabajador y se genera absentismo. Cree que debiera haber alguna
retribución variable verdaderamente asociada a la productividad.
Sin embargo, Manuel Villoria, catedrático de Ciencia
Política de la Universidad Rey Juan Carlos, apunta que existen estudios que
muestran que los incentivos económicos no han producido buenos efectos, salvo
en áreas concretas en las que se puede medir correctamente la productividad y
sin que se generen efectos perversos, como podría ser, en el caso de las
fuerzas de seguridad, detenciones forzadas para alcanzar un determinado número.
"Sí ha funcionado bien, por ejemplo, en la Seguridad Social española,
pagar por rendimiento pero por equipos", señala Villoria, quien defiende
reducir la discrecionalidad en la promoción profesional y aboga por reformas
que eleven la productividad "sobre todo en la parte más burocratizada de
la Administración".
La experiencia de los últimos años muestra que la crisis por
sí misma no desencadena los cambios largamente aplazados, como los pendientes
en la Administración, pero sí ofrece la oportunidad de aplicarlos, al reducir
las resistencias e incrementar la necesidad de afrontarlos.
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ResponderEliminarEs una noticia que me llama bastante la atención, ya que a mi parecer es un tema notable y al que no se le está dando la importancia que se merece.
ResponderEliminarLos trabajadores públicos son personas que trabajan para el Estado y por lo cual, pienso que deberían de estar extremadamente motivadas, ya que la calidad de su trabajo va a repercutir en el propio Estado.
Opino que haría falta una modificación en el diseño de presupuesto orientada a resultados con la finalidad de incentivar a los trabajadores que se consideren buenos trabajadores, a la vez que a los considerados menos buenos no se les premie con ese incentivo.
Desde mi punto de vista, esta es una buena forma de motivar e incentivar a los trabajadores públicos, ya que últimamente son el sector que más se está viendo perjudicado con respecto a temas de reformas presupuestarias.