Reflexión personal de: Ramón Sánchez Rendón
Primero recordaremos los elementos fundamentales que
intervienen en toda comunicación: la fuente de comunicación (emisor), el
vehículo emisor, el mensaje, el canal (o medio utilizado), la capacidad de
recepción, el receptor y la retroalimentación.
En segundo lugar apuntar que en la Administración existen dos
modalidades de comunicación: formal e informal. La formal se desarrolla a
través de las estructuras jerárquicas y la segunda lo hace mediante los
rumores, reuniones festivas, etc.
La comunicación se realiza en varias direcciones: vertical
(ascendente y descendente) y horizontal
Aclarado esto, nos ponemos en situación, mirando directamente
la actualidad y realidad de nuestra Administración Pública.
La comunicación en la Administración Pública fluye en todas
esas direcciones, pero no con la misma efectividad y resultado.
Cuando hablamos de comunicación vertical descendente nos
estamos refiriendo a la trasmisión de los jefes a sus subordinados, de las
órdenes de trabajo, especificaciones de organización, reconocimiento de la
labor, y demás información pertinente en esa dirección. Y a nadie se nos escapa
que ese tipo de comunicación se produce en la Administración con total fluidez
y celeridad. No hay jefe en la Administración que no deje meridianamente claro
cuáles son las funciones a realizar, cuál es el trabajo concreto de cada
empleado, cuáles son los horarios, etc. Quizás no se da tanto cuando se trata
de reconocer el trabajo bien hecho, de felicitar, de “dar las gracias” por lo
realizado. Eso parece que les cuesta más a los jefes. Tienen asumido muy bien
que el trabajo del funcionario es obligatorio y no necesita recompensa ni
felicitación. Creo que se amparan en la estricta legalidad: “eso hay que hacerlo”.
Pero cuando hablamos de comunicación vertical ascendente es
cuando indiscutiblemente, en la Administración Pública, no podemos decir que de
desarrolle con normalidad ni asiduidad. Aclaramos
previamente que dicha comunicación vertical ascendente se produce cuando el
flujo va de abajo hacia arriba, cuando son los empleados los que trasmiten a sus
superiores sugerencias, aclaraciones, quejas, demandas, etc.
Y es aquí, en esa dirección (vertical-ascendente) donde falla
estrepitosamente el flujo de comunicación. En la Administración, rara es la vez
en la que los empleados, incluso colaboradores, pueden tener una leve
influencia en el modo de trabajar, en la forma de orientar los problemas, en
las soluciones o en las estrategias a seguir.
Pienso que las estrategias a seguir en la gestión están muy
politizadas en la Administración. Y por ello no dejan influenciar, ni
recomendar. Mucho menos a un subordinado, ni siquiera con mediano nivel, como
un Jefe de Sección o Departamento. El porqué de esta circunstancia es el hecho
de que los responsables de las decisiones en la gestión (los Jefes de Servicio,
Subdirectores Generales, etc) son funcionarios designados por un sistema de
libre designación, atendiendo más a la cercanía política del Gobierno y no a la
profesionalidad y competencia en la gestión.
Es por todo ello que no creo que en la Administración Pública
se desarrollen los conceptos propios de la comunicación siguiendo las normas o
cánones que los estudiosos exponen.
Insisto en que hablo desde mi experiencia.
Ramón Sánchez.
Segundo Comentario del Bloque 3, de Lola Carrasco Bernal.
ResponderEliminarEfectivamente, amigo Ramón, eso ocurre. ¿Que repercusiones tiene esa no producción y falta de agilidad de la comunicación vertical ascendente, pues que no se enteran de la realidad, del día a día, de los problemas de los administrados, ya que los funcionarios somos un canal de transmisión entre los administrados y los gestores de la AP. Ni se enteran de la realidad práctica y diaria, ni de los inconvenientes a la hora de realizar nuestro trabajo, ni de los procesos o procedimientos legales que cualquier gestión tiene, ni de...., otras, y otras cuestions. Resultado políticas equivocadas, gestiones equivocadas, etc, etc. Así nos luce el pelo.