viernes, 27 de diciembre de 2013

¿Por qué los funcionarios?

Reflexión personal RRHH. Bloque III
¿Por qué los funcionarios?
Los funcionarios no son los que han provocado la crisis, pero van a pagar sus consecuencias y además con el beneplácito de casi toda la opinión pública.
Después de leer un informe de la Comisión para la Reforma de las Administraciones Públicas (CORA) en el que se destaca que desde el tercer trimestre de 2011 se ha producido una reducción del empleo público de un 11,6% frente al 7,7 % en que ha caído la ocupación en el sector privado; que el Ejecutivo ha congelado la oferta de empleo público hasta no se sabe cuándo; que redujo los días libres de los funcionarios, cuya jornada laboral aumentó a 37,5 horas semanales; que los Presupuestos para 2014 prevén el no aumento de los salarios públicos (la mayoría mileuristas) y de las pagas extras es mejor no hablar para no hacerse ilusiones y esperar a verlas venir; además, considera la articulación de mayores mecanismos de movilidad interna y entre las distintas Administraciones para un uso lo más eficiente posible de los recursos de los que dispone cada una, canalizando hacia los sectores deficitarios parte de los efectivos ubicados en otros sectores, lo que supone, de hecho, la posibilidad de “trasvasar” de forma temporal funcionarios entre las distintas Administraciones territoriales en caso de necesidad, etc., etc. es cierto que se han adoptado muchas medidas.
Pues, a pesar de todo esto,  estoy de acuerdo con que es necesaria una reforma de la Función Pública, pero de todos los que la configuran, no sólo del funcionario de carrera. Según un informe, sólo el 60% de los empleados públicos, sin contar los que están en la nómina de empresas públicas, son funcionarios por oposición. El resto está formado por personal laboral y, hasta un 13 %, por cargos de confianza e interinos. Los porcentajes se invierten en la Administración Local, en la que los contratados superan el 60%.
El gasto salarial en las Administraciones sigue en aumento y esto se explica porque a pesar del recorte de las nóminas, se sigue contratando personal, pero no funcionario. Para rebajar el gasto bastaría con cerrar la contratación de asesores y gabinetes, redistribuir el trabajo entre los funcionarios ya existentes, que se deshagan de sueldos vitalicios, que se eviten las duplicidades entre la Administración Central y las autonómicas, que reduzcan las subvenciones a partidos y sindicatos, que reduzcan el número de vicepresidencias, que persigan a los que defraudan a Hacienda y a los que se lo llevan sin más control ni responsabilidad, que eliminen a los traductores del Senado (o al Senado entero), que controlen el paro encubierto…. ¿Han echado las cuentas de cuánto se ahorraría?. Pues yo creo que así, sí.
Con estos recortes es el Gobierno el que desprestigia la función pública y desvirtúa la figura del empleado público (que no sólo es el señor de la ventanilla), sino la profesora que educa a nuestros hijos, el médico que nos atiende, el bombero que se juega la vida, el policía que nos protege….., pero el mensaje subliminal que llega a la población es que trabajan en sectores privilegiados que, en medio de la crisis, han conservado su puesto de trabajo y su estatus no peligra.

Pues yo desde aquí animo a todos esos que critican a los funcionarios y al resto de empleados públicos (sólo a los necesarios) a que se animen a estudiar una oposición, que superen el proceso de selección correspondiente y que entren a formar parte de ese “estatus privilegiado” para que aprecien la realidad desde ese otro punto de vista.

1 comentario:

  1. En efecto, el dedo está perfectamente puesto en la llaga. Desde el desconocimiento, se aplica el término de funcionario a todo el que trabaja para la Administración sin distinguir el que ha llegado a ser empleado público a través de una oposición o por el camino, mucho más corto y cómodo, de ser señalado por el dedo por aquello de la familiaridad, la amistad o la simple coincidencia partidista. Los primeros se han ganado honrada y legalmente su "status" y son los otros los que en realidad lo están poniendo en peligro. Y esa es la verdadera reforma que se hace necesaria en la Administración, una "limpieza" a fondo de tanto enchufado. Pero, ¿quién se atreve a ponerle el cascabel al gato?

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