martes, 26 de noviembre de 2013

FALTA DE LIDERAZGO EN LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

Reflexión personal realizada por Mª CARMEN GARZÓN SÁNCHEZ


FALTA DE LIDERAZGO EN LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

Tras estudiar el tema 6 de esta asignatura, que tiene como título “El Liderazgo en el Sector Público”, se me plantea la siguiente pregunta ¿verdaderamente existe liderazgo en la Administración Pública?

El líder debe ser una persona capaz de influir en los demás, consiguiendo que cada miembro del equipo trabaje y aporte lo mejor de sí mismo, en la lucha por alcanzar un objetivo común.

Como sabemos, las Administraciones Públicas están dominadas por una estructura altamente jerarquizada, donde se observa un predominio de la dirección. Hemos visto que dirección y liderazgo son dos habilidades diferentes, que se complementan y que resultan necesarias para garantizar el éxito en la organización.

Normalmente en las Administraciones Públicas, los directivos son elegidos a través de “puestos de libre designación “(PLD), esto es, nombrados discrecionalmente en función de unos REQUISITOS para desempeñar cargos de responsabilidad.

Por otro lado, muchas personas en la Administración Pública que han aprobado una oposición, acceden a través de concurso a puestos de jefatura para dirigir equipos de trabajo, concursos en los cuales, tampoco se evalúa de ninguna manera su capacidad de liderazgo.

La realidad es que, de una forma o de otra,  no se contemplan métodos para valorar si realmente la persona que va a dirigir a un equipo en la Administración Pública, tiene capacidad para ser un buen líder, es decir, una persona que además de cumplir con sus responsabilidades directivas, consiga ilusionar a su equipo de trabajo, que tenga una visión de futuro, que se anticipe a los cambios, que sea innovador, creativo, que sepa distinguir lo primordial de lo secundario y que tenga en cuenta las opiniones de sus subordinados.

Hoy por hoy, en general, el liderazgo en la Administración Pública es una utopía.  Es necesario implantar métodos eficaces para la elección de “líderes”, evitando el enchufismo y la mediocridad; revisar de qué manera este liderazgo contribuye al desarrollo de acciones innovadoras. Sólo así podremos evolucionar hacía una Administración Pública más moderna y eficaz.

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