lunes, 25 de noviembre de 2013

¿Quien debe mandar aquí?

Reflexión/Entrada Personal realizada por Jorge González Guzmán.


Que por mandar mande cada uno en su casa es lo más normal del mundo. Cada persona, sea como sea, la corte el patrón que la corte, toma decisiones desde el mismo momento que abre los párpados y sobre todas las materias que le rodea. Desde dónde colocar un cuadro para que quede bonito hasta firmar una hipoteca, las personas deciden, en la medida de lo posible, sobre su vida, sus asuntos así como sus peculiaridades, y para ello tendrán su autonomía y sus capacidades para delimitar y conocer su margen de decisión.

En la Administración Pública, la cosa es distinta. Un líder, un gestor maneja una serie de recursos económicos, humanos, materiales y demás para que su administración sea lo más eficaz y eficiente, ajustándose a la ley, al derecho y realizando su labor conforme a los principios del artículo 103.1 de nuestra Carta Magna.

Es decir, ya no son recursos propios como pasaba en el primer caso, sino que esta dotado de una serie de medios para lograr unos objetivos determinados. En definitiva, es deber del líder gestionar los recursos de los que dispone para lograr sus objetivos, y para ello, como persona crítica que era en el primer caso, ha de hacerlo en el segundo.

Un líder, al cual se le ve en la cúspide, máxime, en una estructura jerárquica como la de la Administración Pública, debe estar dotado de una formación y de unos conocimientos así como la capacidad de tomar cuales decisiones precise para llevar a cabo tales fines. "Cada maestrillo tiene su librillo" dice el refrán, así será más motivador con los empleados, más exigentes hasta el punto de exprimirles todo el jugo para alcanzar alto nivel de desempeño o puede ser más conservador en cuanto a que lo que toque sea nadar y guardar la ropa como ocurriría si un fallo de su administración supusiera un caos tremendo.

De una manera u otra, aunque se vea en lo alto del organigrama de una entidad, departamento o de donde mande, también debe tener en cuenta quien le dota de recursos, quien paga su nómina y a quien se debe por su trabajo. Haga lo que haga, debe tener siempre en cuenta que sirve al interés general, que debe perseguirlo y que debe gastar los recursos necesarios y hacer lo que deba hasta alcanzar lo más perfeccionado posible ese interés general del que tanto se habla y que debe primar por encima de intereses particulares o de cuantos egos de cuantos empleados tenga en su administración a su mando.

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