Con frecuencia acostumbramos a comparar dos sectores muy
distintos del engranaje de nuestra nación, pero que cuentan con muchas
similitudes, se trata del ámbito privado y ámbito público entendidos desde el
punto de vista laboral. En ocasiones participantes de ambos sectores parecen
aficionados de distintos equipos que entran en desavenencias con su rival, lo
cual debería estar vetado.
Si bien el sector público disfruta de distintas y
considerables ventajas con respecto al sector privado, bien es cierto que este
último en ocasiones puede disparar su retribución como causa del paso triunfal
de la empresa donde rinde cuentas. Lo que está claro es que no deberían ser dos
polos enfrentados, sino más bien dos elementos complementarios constitutivos de
un todo, que aunque con distintas finalidades, en último lugar, directo o
indirectamente, inciden en la economía de la nación en la que nos encontramos.
Este punto de convergencia entre ambos nos permite atisbar
como innecesarias dichas disputas banales, y nos dejan claro que al final estas
dos distinguidas materias no son tan diferentes como parecen. Y es que, ambos
encuentran en el ser humano la mayor de las materias primas, pues es el
encargado de ejecutar, más allá de las máquinas, cualquier tipo de actividad,
por lo que este recurso humano constituye el eje central de toda alta o baja
productividad de la unidad.
Con esto quiero señalar la importancia que tiene el aspecto
motivacional del individuo en la eficacia con la que realiza su trabajo, y por
tanto, en el devenir de la organización de la que forma parte. A pesar de que
en el sector privado, a diferencia del público, sea costumbre reconocer el alto
rendimiento de un empleado, premiándole, y castigar su mala conducta, aquí no
deberían existir diferencias puesto que se trata de un elemento intrínseco de
nuestra naturaleza, es decir, el aspecto motivacional, aquel que se desarrolla
cuando nos galardonan por realizar un excelente nivel de ejecución, no entiende
de sectores, por lo que debería ser elemento primordial del sector público.
Esto ayudaría a mejorar las prestaciones de las
organizaciones públicas, puesto que al fin y al cabo, las entidades privadas ya
conocen la importancia de los recursos humanos, de ahí que lleven tiempo
poniéndose manos a la obra. Ahora te toca a ti AP…
Realmente la materia prima es la misma, pero tal vez la gran diferencia se haya situado hasta ahora en una seguridad de "puesto de trabajo de por vida" que respaldaba el ánimo del funcionario frente a la inestabilidad tradicional del trabajador de la empresa privada.
ResponderEliminarLa crisis, no obstante, ha venido a igualar algo a los "contendientes" de uno y otro bando al imponer a los funcionarios recortes y situaciones que hasta ahora eran poco menos que impensables, mientras no se deja de hablar de la necesidad de que estos recortes lleven a la desaparición de empresas públicas consideradas por algunos sectores como "duplicadas".
Lo peor por ello es que esa cuasi igualdad ha venido a producirse en la adversidad y en la precariedad de los puestos de trabajo, cuando lo ideal habría sido que la rivalidad hubiera terminado al alcanzarse en ambos sectores la misma sensación de estabilidad permanente.