lunes, 4 de noviembre de 2013

Reflexión personal de la ética aplicada a la función publica



Reflexión personal de la ética aplicada a la función publica

La ética aplicada a la función pública es de vital importancia porque tiene como eje central la idea de servicio. Como se habla en nuestro tema 4 cuando la ética se aplica y se pone en práctica en el servicio público se denomina Ética Pública. La ética pública es por tanto un instrumento fundamental para evitar la corrupción al elegir a los representantes más idóneos para gobernar.
Los cargos públicos deben ser ocupados por las personas más capaces, por aquellas que son leales a la constitución política y que tengan un gran sentido de justicia. Lamentablemente, existe un marcado interés por ocupar un cargo público sin tener la debida preparación, sin contar con la formación necesaria para ello. La conducta de aquellos que quieren sobresalir sin asumir la importancia y la responsabilidad que conlleva el ejercicio de la función pública afecta a los resultados de la misma.
La ética permite establecer la justicia o injusticia de las acciones humanas, elevando así la cultura política de un pueblo o Estado. Cuando un servidor público adopta estos elementos como principios de vida se ubica más allá del poder y no se deja llevar por los apasionamientos, realizando buenas obras para con su comunidad.
En la actualidad, existe una gran crisis de valores que se refleja en el comportamiento de gobernantes, funcionarios, legisladores y jueces, entre otros, y que pone de manifiesto una gran necesidad de promover la ética pública como un modo de detener dichos comportamientos que afectan directamente al buen funcionamiento de la administración pública. Es conveniente recuperar los valores y principios éticos con el fin de superar los conflictos y dilemas a los que servidores públicos de toda índole se enfrentan a diario.
Lo importante es no sólo fomentar sino también fortalecer los principios éticos en la mente de quienes ocupan cargos públicos con la intención de que sus actos se rijan por la rectitud y el buen juicio. Hay que vencer la crisis moral existente y propiciar el surgimiento de las virtudes en las personas, en especial en quienes están al frente de las funciones públicas. Los cargos públicos deben ser ocupados por las personas más capaces,  por aquellas que son leales a la constitución política y que tengan un  gran sentido de justicia. Lamentablemente, existe un marcado interés por  ocupar un cargo público sin tener la debida preparación, sin contar con  la formación necesaria para ello. La conducta de aquellos que quieren  sobresalir sin asumir la importancia y la responsabilidad que conlleva el  ejercicio de la función pública afecta a los resultados de la misma.
La ética permite establecer la justicia o injusticia de las acciones  humanas, elevando así la cultura política de un pueblo o Estado. Cuando  un servidor público adopta estos elementos como principios de vida se  ubica más allá del poder y no se deja llevar por los apasionamientos,  realizando buenas obras para con su comunidad. En la actualidad, existe una gran crisis de valores que se refleja en el  comportamiento de gobernantes, funcionarios, legisladores y jueces, entre  otros, y que pone de manifiesto una gran necesidad de promover la ética  pública como un modo de detener dichos comportamientos que afectan  directamente al buen funcionamiento de la administración pública. Por todo lo dicho anteriormente, es  conveniente recuperar los valores y principios éticos con el fin de superar  los conflictos y dilemas a los que servidores públicos de toda índole se  enfrentan a diario.
Lo importante es no sólo fomentar sino también fortalecer los principios  éticos en la mente de quienes ocupan cargos públicos con la intención de  que sus actos se rijan por la rectitud y el buen juicio. Hay que vencer  la crisis moral existente y propiciar el surgimiento de las virtudes en las  personas, en especial en quienes están al frente de las funciones públicas.

BIBLIOGRAFIA
Juan Ganaza y Fcº. J. González. Aspectos éticos en la función pública.

Reflexión personal de: Carlos Fabián Beck Díaz.

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