Sevilla, 02/11/2013
REFLEXIÓN PERSONAL ACERCA DEL “OUTSOURCING”
Tras leer el artículo que una de nuestras compañeras ha
publicado en el blogger sobre la futurible desaparición, o al menos reducción
del área de RRHH en las empresas, especialmente a nivel privado, en pro de la
implantación de la técnica denominada “outsourcing”
me han surgido múltiples interrogantes: ¿Estará también implantándose a nivel
de las Administraciones Públicas? ¿En qué medida puede perturbar al desempeño
del servicio público? ¿Cómo afectaría, de ser esto cierto, a los funcionarios?
¿Será beneficioso, o perjudicial? ¿La externalización de los servicios públicos
mantendría el cumplimiento del principal fin de las Administraciones que es la
satisfacción del interés general? Etc……etc…….etc.
Lo primero que he hecho es informarme acerca de qué es este
método, en qué consiste y analizar sus
ventajas y desventajas y me he encontrado con lo siguiente:
“Outsourcing” es el uso de recursos exteriores
a la empresa para realizar actividades tradicionalmente ejecutadas por personal
y recursos internos. Es una estrategia de administración por medio de la cual
una empresa delega la ejecución de ciertas actividades a empresas altamente
especializadas”
En realidad se trata de transferir los riesgos a un tercero
que pueda dar garantías de experiencia y seriedad en el área contratada, que
presta unos servicios pasando a ser parte de la empresa, pero sin incorporarse
formalmente a la misma.
Es preciso aclarar que Outsourcing
es diferente de relaciones de negocios y contratación, ya que en éstas
últimas el contratista es propietario del proceso y lo controla, es decir, le
dice al suplidor qué y cómo quiere que se desempeñen y se fabriquen los
productos o servicios y éste no podrá variar las instrucciones. En el caso del
Outsourcing el comprador transfiere la propiedad al suplidor, es decir, no
instruye al mismo en como desempañar una tarea sino que se enfoca en la
comunicación de qué resultados quiere y
le deja libre el proceso de obtenerlos.
El outsourcing permite controlar los costes y ser más
eficientes y ello se debe a que cuando la Administración externaliza un
servicio surge la necesidad de controlar de forma sistemática la calidad de la
prestación recibida y el coste que ello ha supuesto. Además permite obtener
flexibilidad en la mano de obra pues no contrata a un trabajador sino los
servicios de una empresa por un tiempo limitado y es ésta la que deberá preocuparse por las relaciones
laborales y sus costes vinculados. El outsourcing convierte costes fijos (los
de los trabajadores en plantilla) en costes variables (se contrata según la
necesidad del momento).
A pesar de estas ventajas apreciadas considero que el
outsourcing también puede tener efectos negativos en la imagen de las
administraciones públicas como puede ser que los ciudadanos perciban un
distanciamiento con la Administración al interponerse entre ambos la empresa
privada que presta los servicios externalizados; ven como la Administración se
vacía de contenido y lo más alarmante y
frecuente en nuestros días es la politización en la prestación de servicios:
los políticos han intervenido en demasiadas ocasiones en la contratación con
proveedores privados, habiendo no pocos casos de corrupción y favoritismos a la
hora de otorgar los contratos públicos.
Tras esta exposición hago la siguiente reflexión: ¿Por qué
la Administración no adopta la metodología de las empresas que prestan estos
servicios outsourcing?; ¿Por qué la Administración no invierte en formación lo
suficiente para sus funcionarios y así no tener que contratar servicios
externos?; ¿Por qué no se provee de tecnologías y estrategias suficientes para
prestar sus servicios en vez de derrochar en inutilidades?; ¿Por qué la
Administración no ejerce un control interno efectivo de su actividad y de su
personal?
El outsourcing ha llamado la atención tanto de empresarios como de
ResponderEliminarautoridades, básicamente por las acciones que se han emprendido tratando de
desmotivar el uso de este esquema.
Normalmente las compañías que ofrecen estos servicios se acercan a las
empresas y les ofrecen respetar la antigüedad de los empleados, pagarles lo
mismo y brindarles los mismos servicios a un costo más barato.
Con esa promesa en mente, buscando subsistencia en una época difícil y en
un mercado muy competido, es difícil de rechazar la oferta, sin embargo no
hay que tener una bola de cristal para ver que el ahorro que se obtendrá no es
porque la empresa que prestará el servicio está dispuesta a ganar menos. En
una situación así, el costo se debería ver incrementado.