jueves, 16 de octubre de 2014

LA DIVERSIDAD EN LOS RECURSOS HUMANOS COMO FUENTE DE INNOVACIÓN



Propuesta de Noticia por: Lucas Segovia Oliver

El nuevo contexto socio-económico está expandiendo a las empresas una nueva realidad que deberá ser abordada próximamente desde sus departamentos de Recursos Humanos.
El aumento de la edad de jubilación va a hacer coincidir hasta cuatro generaciones diferentes en un mismo ámbito de trabajo. Eso, unido a la gran brecha tecnológica existente entre los trabajadores más máduros y los jóvenes “nativos digitales”, va a suponer un gran reto para las empresas.
Existe la creencia generalizada de que cuanto más años de experiencia laboral se tienen, baja el nivel de empleabilidad. Y más en la actualidad, donde la mayoría de puestos de trabajo requieren de una constante actualización tecnológica.
Este hecho, unido a que las condiciones laborales adquiridas por los trabajadores mayores de 55 años son mejores, han hecho surgir nuevos conceptos como el “edadismo”, la discriminación hacia las personas por el simple hecho de ser mayores, de las que se prescinde muchas veces sin pararse a analizar su talento, sus conocimientos o la valía profesional que puede seguir aportando a la empresa.
En el otro extremo tenemos a los más jóvenes, la generación mejor preparada de nuestra historia, que han podido educarse en buenas universidades, que manejan las nuevas tecnologías de la información desde la cuna, que tienen gran facilidad para acceder a través de ellas al conocimiento y aprenderlo por ellos mismos, que han salido al extranjero, que saben idiomas, y que, además, tienen las ganas y el deseo de hacer cosas.
Unos jóvenes que, por el contrario, se sienten frustrados porque su talento y sus conocimientos no son aprovechados por la empresa, viéndose realizar tareas muy por debajo de su cualificación, mientras personas menos preparadas para ello las realizan de una manera menos eficaz de lo que ellos podrían proponer.
Las empresas no pueden permitirse prescindir de todo el know-how y bagaje adquirido por sus trabajadores más veteranos, ni tampoco desaprovechar el talento y empuje de los más jóvenes, a los que habríamos engañado si, después de todos los recursos dedicados a su formación y los mensajes de que el futuro es suyo, los condenamos a no destacar en puestos de tercera fila.
Las empresas que sepan gestionar su conocimiento y talento, equilibrando y complementando la iniciativa y empuje de los jóvenes con la serenidad y perspectiva de los más mayores, serán las que cuenten con una clara ventaja competitiva. Debemos aprender, como sociedad, a estimar el gran valor que la experiencia aporta y perder el miedo a responsabilizar a los jóvenes.
Las empresas deben, por tanto, aprender a respetar y a gestionar la diversidad de la manera más adecuada a su organización, sobre la premisa cierta de que el factor diferencial está en las personas y no en su edad, sexo o formación. Todos somos diferentes y no hay mejor fórmula de innovación y progreso para una empresa que la adecuada conjunción y complementariedad de su diversidad.
La homogeneidad produce hastío y anquilosamiento. De ahí deriva la gran responsabilidad que los departamentos de Recursos Humanos tenemos en las empresas, la de dotarla de los mejores equipos, diversos y complementarios, haciéndola caminar hacia el futuro.

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